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Un fantasma recorre el décimo piso del Palacio del Mango: el fantasma del comunismo. ¿O será el del socialismo? La Gobernadora se refiere a las dos corrientes políticas, teóricas y económicas indistintamente como si fueran lo mismo. Pero no importa, aunque pierde en cultura política, gana en likes en redes sociales, métrica a la que redujeron la gobernabilidad barretistas y hurtadistas por igual.
De lo que se trata - y esto sí importa - es de que la gente no se detenga a reparar en su gobierno sino en el del Presidente Petro. Como en la sátira cinematográfica de Adam Mac Kay, ¡No mires arriba! El mensaje de la mandataria y del barretismo todo, el light y el duro, es que frente a la grave crisis social que atraviesa el departamento, miremos para otro lado. Y para eso cuenta con El Tiempo, Semana, RCN, su millonario presupuesto de pauta y un ejército de comunicadores con orden de prestación de servicios.
Este año marca una década de control ininterrumpido de la estructura política de Oscar Barreto sobre la Gobernación del Tolima. Y aunque la Gobernadora rindió cuentas por el primer año de su cuatrenio, los datos se tienen que leer en clave de los resultados de gestión - o como a ellos les gusta decir, de los hechos - de dos mandatos enteros y un año del tercero al frente de los destinos del departamento.
La radiografía del profesor Andrés Martínez Casas, columnista en este mismo medio, es concluyente. Según su análisis, “en la década en que ha gobernado el barretismo, la tasa de mortalidad por desnutrición infantil [en el Tolima] pasó de 3.9 a 6.2 (…)”, y mientras que a nivel nacional la pobreza multidimensional disminuyó, en el Tolima pasó del 10.5 % al 12.9 % entre 2022 y 2023.
Uno de los datos más alarmantes del abismo social del departamento es el déficit alimentario. Martínez subraya: “La inseguridad alimentaria en el Tolima es la más alta del centro del país, con una tasa del 30%. Los hogares cuya preocupación por no tener suficientes alimentos pasó del 40.8 % al 50.2 %, un aumento de 10 puntos porcentuales”.
Pero la crisis no solamente es la de las necesidades básicas de la gente, desatendidas durante los últimos años, sino que pasa también por la imaginación política del barretismo. Ante la falta de respuestas reales a la pobreza, la desnutrición y el hambre, la Gobernadora volvió a anunciar, por segunda vez en menos de un año, su “histórico” billón en obras.
Para los pobres, por lo visto, ni obras ni amores, ilusiones:
Mientras miles de tolimenses pasan necesidades, en la Gobernación se gastan miles de millones en pantallas gigantes, pauta en redes sociales y en medios de comunicación para registrar cheques gigantes que se invertirán en obras que, en algunos casos, como los hospitales de Chaparral y Rioblanco, no pasan de estudios previos y primeras piedras.
Todo el espectáculo para alimentar la ilusión de un equipo político que, 12 meses después de ganar las elecciones, continúa en campaña, y tras 9 años en el poder, promete como si fuera oposición y evade la responsabilidad de transformar lo que ya debería estar resuelto.
Culpa de Petro no es, pero vamos a fingir que sí.
