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La oposición son los medios

Director del Centro de Estudios Regionales de la Universidad del Tolima

El espacio político que ha dejado la derecha política, a falta de un liderazgo que aglutine a las distintas fuerzas de oposición al gobierno nacional - lo que se vio en los deslucidos discursos de los congresistas el pasado 20 de julio - ha sido ocupado por periodistas.

Es inédito, pero por supuesto tiene sentido, si se entiende el ejercicio de lo político y la lucha por el poder, más allá del sistema de partidos.

Las desafortunadas declaraciones del Presidente durante la posesión de la nueva Defensora del Pueblo, dejan ver que la tendencia no solo lo inquieta sino que lo descompone. No por el hecho de que sus opositoras sean mujeres, como se quiere hacer ver, sino porque no juegan en el mismo tablero. 

A lo largo de los 24 meses de la era Petro, una parte importante del buró mediático trascendió su rol informativo para convertirse en cadena de transmisión de una agenda explícita en contra del gobierno nacional y del Pacto Histórico.

Esta conducta plantea serias preguntas sobre su abierto posicionamiento político y su responsabilidad frente al derecho constitucional a la información, lo que vuelve a llamar la atención sobre un debate que, al parecer, murió con el maestro Javier Darío Restrepo: la ética periodística.

En mi opinión, esta tendencia se expresa principalmente a través de dos mecanismos: 1. El ataque reiterativo a las reformas legislativas del Gobierno (a la agenda), y 2. El desgaste sistemático a la figura presidencial.

Cuatro ejemplos paradigmáticos del primer caso:

La cobertura de la reforma tributaria de 2022. Medios como Semana y El Tiempo rápidamente la catalogaron como una amenaza para la estabilidad económica del país. En lugar de ofrecer un análisis equilibrado, sus plataformas amplificaron las voces de los sectores más conservadores, que presentaron la reforma como un “golpe” a la clase media, sin contextualizar adecuadamente los argumentos y cifras de los técnicos del gobierno.

La reforma a la salud es otro caso de estudio, en el que la manipulación mediática ha sido evidente. Medios como Caracol y RCN se enfocaron casi exclusivamente en lo que consideraron sus aspectos negativos, sin mencionar las fallas estructurales del sistema y la corrupción - hoy probada por la Contraloría - de las EPS. Esta narrativa ha sido promovida con insistencia, sin siquiera considerar un análisis profundo sobre la necesidad de la reforma.

La cobertura periodística también distorsionó deliberadamente la realidad de la reforma pensional. Desde su anuncio, se prendieron las alarmas en torno a la supuesta "expropiación" (el sustantivo favorito de los periodistas) de las cuentas de ahorro individual.

De nuevo, medios como Caracol y Semana, amplificaron como pudieron la preocupación de sectores económicos y financieros que temían perder el control sobre los fondos de pensiones, sin brindar un análisis honesto acerca de los beneficios potenciales de la reforma para la mayoría de los colombianos, especialmente aquellos que no cuentan con una jubilación.

Finalmente, el caso de la reforma agraria - cuyo debate se da actualmente en el marco de la reglamentación de la jurisdicción agraria -  es particularmente revelador: medios como La FM y Blu Radio, y por supuesto sus colegas de Caracol, RCN, El Tiempo y Semana, difunden sin rubor la idea de que el gobierno planea aprobar la “expropiación forzosa” de tierras, cuando en realidad la reforma en general busca hacer un uso más eficiente de las tierras improductivas y avanzar en la entrega de tierras a campesinos que no la tienen, en línea con lo pactado en el Acuerdo de Paz.

Sin embargo, la cobertura mediática ha exagerado y distorsionado los alcances la jurisdicción en particular, al presentarla como una amenaza a la propiedad privada en su conjunto, lo que ha generado miedo y resistencia. Estos últimos son los principales ingredientes de la fórmula.

En todos estos casos, los medios de comunicación no solo han fallado en su responsabilidad de informar con apego a la verdad, sino que han actuado de manera activa en la construcción de una percepción negativa sobre las reformas.

El segundo mecanismo ha operado directamente sobre la persona del Presidente y su entorno familiar. En este caso, la atención de los medios se ha centrado en cuestiones triviales como su vestimenta, su puntualidad o su cumplimiento de protocolos. Aquí, la estrategia de sobreexponer al mandatario, con foco en aspectos menores, es un mecanismo bien diseñado para socavar su autoridad y deslegitimar su proyecto político.

La fórmula de manipulación, que prioriza lo anecdótico sobre lo esencial, no solo es reprochable desde el punto de vista ético, sino que refleja una falta de compromiso de los medios con su rol de informar de manera transparente y centrada en los asuntos de interés público.

Aunque problemáticas, reitero, injustificables, las expresiones del Presidente sobre algunas periodistas tienen contexto, y más vale ubicarlas en el escenario en el que se tienen que ubicar: el debate electoral del 2026.

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