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Visión Tolima 2050, ¿Un capricho inútil?

Director del Centro de Estudios Regionales de la Universidad del Tolima

El pasado 28 de diciembre, la Asamblea Departamental publicó la Ordenanza 039 de 2023, “por medio de la cual se adopta la visión Tolima 2050 “Mi Tolima, Mi orgullo”como Política Pública del Departamento y se dictan otras disposiciones”. Cinco meses después, el 28 de mayo, se aprobó el Plan de Desarrollo para el cuatrienio 2024 - 2027, el cual apenas mencionó la que se suponía iba a ser la hoja de ruta de todos los instrumentos de planeación del departamento durante los próximos 25 años. 

En teoría - que es como se encuentran la mayoría, si no todas las políticas públicas del departamento - la Visión Tolima 2050 fue concebida como “referente en la formulación y adopción de los planes de desarrollo departamental y municipales, y de otros procesos de planificación del desarrollo territorial” (Art. 3). 

Sin embargo, en la realidad, a juzgar por los elementos institucionales y los intereses que determinaron la construcción de los planes - incluido el de la Gobernación -, a pocos meses después de aprobada, la Visión ya era letra muerta. 

No solo no se convirtió en el “elemento estructurante de los diferentes instrumentos de planificación económica, productiva, social, ambiental, territorial, institucional y sectorial” (Art. 1), sino que, hoy por hoy, está lejos de constituir un referente en la discusión pública alrededor del desarrollo territorial en el departamento. 

¿Qué pasó? ¿Cómo se explica que ni siquiera dentro del barretismo la Visión haya logrado generar consenso? ¿Cuánta plata se gastó en logística y contratistas? ¿A la caneca de la basura? 

Un sesgo común - y lamentable - de los políticos en los cargos públicos es la pretensión de que todo empiece con ellos. Quieren ser recordados como los primeros que dijeron o hicieron, lo que implica, de entrada, desconocer el trabajo de sus antecesores, con más veras si son de orillas distintas. 

Ese fue el caso de la Visión 2025 que se formuló en 2015. Como lo señaló uno de sus promotores, Jaime Eduardo Reyes: “en los cinco años de publicada la ordenanza no se establecieron apoyos presupuestales para ejecutar la Visión Tolima 2025. Los megaproyectos y los proyectos establecidos por la visión como necesarios para impulsar las ideas fuerzas, en su mayoría, no han sido formulados ni ejecutados. (…) no se alcanzaron los resultados del seguimiento y evaluación, tampoco se formuló el plan de acción, ni el presupuesto para las actividades de seguimiento y evaluación, ni se creó la unidad coordinadora, ni existe un grupo similar que haya cumplido dichas tareas.”

A la indiferencia de Oscar Barreto (2016 - 2019), le siguió el desprecio de Ricardo Orozco (2020 - 2023) y el capricho de una visión a largo plazo. Es decir, “visión sí, pero no así”, o, dicho de otra manera: “me gusta la idea de ustedes, pero prefiero la mía”. 

Como no se trata de la plata de los gobernadores - aunque a veces ellos crean que sí - sino de recursos públicos, es muy importante que la Gobernadora honre su discurso de construir sobre lo construido. Para evitar el detrimento pero también, para que el legado de la Visión Tolima 2050 vaya más allá de la candidatura del ingeniero Palomino. 

Desconozco si estos elementos habían aparecido ya en la bola de cristal de los genios de la prospectiva, pero en todo caso, es importante que se pongan de acuerdo en el décimo piso. 

 

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