Empieza un nuevo ciclo para los gobiernos territoriales y, por supuesto, la cuestión del qué hacer y cómo, está a la orden del día.
La carrera en la confección de los planes de desarrollo es a toda máquina, con el agravante de que, muy a pesar de la honestidad intelectual y política con que algunas administraciones puedan asumir su elaboración, se arriesgan a terminar siendo ruedas sueltas sin diálogo ni articulación en lo regional.
Sin duda, este es un reto para el gobernador, a quien le corresponde proponer un visión panorámica del territorio a través de la cual articule a los alcaldes, responsables, por lo menos desde el punto de vista legal, hasta donde la división político administrativa de sus municipios los demanda.
Dos cuestiones son clave para mejorar la calidad de vida de los tolimenses, y poner al departamento a tono con los retos del siglo xxi: la gobernanza (y la democracia) local, y el cuidado de la naturaleza, que no es otra cosa que la necesaria mitigación del cambio climático.
Desde el punto de vista institucional, esto se denomina gobernabilidad y sostenibilidad. Ambas cuestiones tienen resonancia en los Objetivos del Desarrollo Sostenible, y en diversos documentos técnicos de recomendaciones del DNP, pero además fueron acogidos en las bases del Plan de Desarrollo Departamental 2020 - 2023.
De tomar la iniciativa, el gobernador cuenta con dos aliados clave: la Universidad del Tolima y Cortolima, en cuya experticia técnica se pueden sentar la formulación, el seguimiento a la fase de implementación y la evaluación de los procesos.
Con una buena lectura del territorio para identificar sus problemas más urgentes, y audacia en la formulación de propuestas estratégicas, tanto el gobernador como los alcaldes podrán abrir una ventana de oportunidad que les permita orientar el gobierno hacia resultados concretos.
Lo anterior, porque la actual coyuntura les permite ir más allá de las retóricas declaraciones de principios y/o acuerdos de voluntades, para pasar a la institucionalización de iniciativas vía planes de desarrollo, y por qué no, políticas públicas más allá del cuatrenio.
En resumen: les propongo sentar dos grandes acuerdos por la gobernabilidad y la sostenibilidad en programas, metas e indicadores vía planes de desarrollo (por ahora), vinculantes para el ente territorial como para los 47 municipios.
Aparte de los efectos positivos que pueden alcanzar estos acuerdos en materia de gobernanza, democracia local y fortalecimiento institucional, así como en relación con el cuidado de la naturaleza y la mitigación del cambio climático, la coordinación entre los niveles regional, subregional y local, puede traer otro tipo de beneficios para el ente territorial y para los municipios, como la financiación de proyectos y el posicionamiento de la gestión pública:
Para el gobernador, porque el fortalecimiento de las instituciones locales es una variable clave del desarrollo territorial, y para los alcaldes, porque la articulación institucional podría garantizar una mejor gestión de recursos económicos para inversiones.
Por supuesto que si nos ponemos creativos y, como reza el lema del nuevo gobierno departamental, “El Tolima nos Une”, podemos hablar de muchos más temas, pero por ahora lo importante es llegar a acuerdos.
Los mandatarios locales deben ponerse a la escucha, y el gobernador tomar la palabra.