Preguntarnos quién será el próximo presidente de Colombia no es una pregunta menor, así lo entienden el significativo porcentaje de colombianos que, según las encuestas, a la fecha no encuentran candidato o que aún no sabe por quién votar de los que están en la carrera presidencial.
Para la democracia colombiana la elección del presidente de la república es fundamental. El sistema presidencialista hace de esta institución no sólo el jefe de gobierno, sino que también es el jefe de estado. Por eso, cuando se está eligiendo a un presidente se selecciona al garante del compromiso social asumido en 1991 por la Asamblea Nacional Constituyente.
Como esta columna no está escrita por un adivino, la respuesta a la pregunta no será el nombre de alguno de los candidatos, lo que sí quiero es reiterar que sea quien sea el candidato para lograr ser presidente tiene que sintonizarse con las demandas sociales de un pueblo que reclama soluciones y establecer propuestas creíbles y viables.
Existe el temor de que el país caiga en el populismo de derecha o de izquierda, por lo que el voto útil tendrá un gran rol, el próximo presidente de Colombia será aquel que logre hacerse a este. Aunque el voto seguirá los comportamientos ya vistos en aquellos casos donde el corazón prima sobre la razón, el temor a perder lo que se tiene, o la fidelidad partidista, las encuestas muestran que la tercera parte de la población colombiana tienen una gran expectativa por fuera de las actuales dinámicas electorales.
La pandemia y sus efectos, las demandas de la protesta social, y la reactivación económica, son los temas de coyuntura que concentran la atención de la opinión pública y del gobierno nacional. Estos liderarán la agenda política de las próximas elecciones a Congreso y Presidencia. Lo que muchos esperamos es que las propuestas no sean populistas, situación realmente complicada por el descrédito que actualmente tienen las instituciones.
Existe, según las últimas encuestas, una desfavorable opinión de la mayoría de las instituciones, dos de ellas, la Presidencia y el Congreso no salen bien librados en la calificación ciudadana. El problema para todos es que la democracia se sustenta en ellas. Si estas fallan, falla todo el andamiaje institucional diseñado en la constitución política.
En las elecciones del 2022 los ciudadanos exigirán mucho más que en ocasiones anteriores, ya sea plata a quienes los acostumbraron a eso, o propuestas creíbles a quienes hace decentemente la política. Por esto, los próximos candidatos deberán preguntarse para qué quieren llegar a ocupar estas responsabilidades. Está visto que los ciudadanos se están preguntando por las capacidades que tienen los candidatos, el trasfondo de sus aspiraciones y su futura relación con los electos.
Finalmente, hablar del próximo presidente sin hablar del congreso es dejar la mesa coja. La verdad es que, a excepción de unos pocos congresistas, la mayoría quiere pasar de agache en la actual coyuntura, muchos están a la expectativa, listos para reaccionar, pero muy pocos para liderar. Esto lo están viendo los ciudadanos y no lo aprueban.
Un país como el nuestro, con la infinidad de problemas que tiene, requiere de congresistas que lideren procesos, que realmente representen los intereses de sus electores frente al gobierno, y no al revés.