Entre las ocupaciones que tenemos día a día hay algo de lo que muy poco nos encargamos y es el hecho de enfrentarnos de tú a tú con nosotros mismos. A veces vivimos en un mundo de falsedades queriendo negar los sentimientos reales que nos ocasiona una situación o una persona, y como seres de supervivencia a veces nos basta con llenar vacíos de manera efímera siendo muy conscientes que ese no es el verdadero sentir o la solución a eso que atraviesas.
La vida es literal una montaña rusa de emociones que hoy te puede tener en la cúspide de la cima, sonriente, emocionado y aparentemente feliz por algo, y mañana te puede llevar a lo más profundo de un mar de tristezas y momentos desgarradores como de los que hemos sido testigos las últimas semanas. Ese dolor te permite fortalecerte y formarte como un ser aún más fuerte para lograr salir adelante, pero hay algo que debemos tener en cuenta, esas tristezas que sentimos y eso vacíos inmensos, hay que reconocerlos, hay que afrontarlos y hay que trabajarlos de manera profesional porque o si no se convertirán en un león dormido que cada vez que puede se profundiza para despertar con mayor fuerza y rugir más duro.
Uno de los hechos de mayor valor es aceptarte a ti mismo, amarte sobre todas las cosas y reconocerte tan profundamente que no desconozcas tus debilidades, tus agobios y tus miedos pero sí que estés en la capacidad de enfrentarte a ellos y no de maquillarlos. No podemos ir por la vida entregándonos a medias a las personas que quieren compartir con nosotros algo de sus vidas. Los demás nos merecen completos, sin ataduras, sin cargas pasadas que sigan haciendo mella en nuestro presente.
Por lo anterior es tan importante ser tan completamente sinceros con cada una de los sentimientos que expresemos y cosas que llevemos a cabo. De nada sirve decir un te amo si es impostado, de nada sirve sonreír falsamente, de nada sirve posar ante una cámara y tener nuestra mente en otro sitio, y no sirve de nada es precisamente porque al único que se le miente es a uno mismo.
En un mundo como el de hoy, en el que nos regimos por apariencias, por códigos sociales, por la falsedad de las redes es muy fácil enamorarse y desenamorarse, es muy fácil tener sentimientos frágiles y es muy fácil alcanzar ideales de personas a través de ejemplo y frases lindas publicadas como post y acompañadas de fotografías, pero lo que sí se nos ha complicado cada vez más y lo que sí se nos ha vuelto completamente difícil es ser reales, ser nosotros mismos con virtudes y defectos. Ya todo se soluciona con stiker, con emoticones de caritas y corazones, y con expresarnos a través de un gif que puede contar la decima parte de lo que queremos realmente decir. Ya vivimos perfectamente a través de una pantalla y detrás de ella somos un completo caos emocional, que crece cada vez más, a causa de esa forma impersonal de comunicarnos que provoca la tecnología mal usada.
Todo lo dicho nos ha llevado hasta donde estamos, a presenciar cada vez más muertes por discriminación, más suicidios, más gente deprimida resguardada detrás de una sonrisa, más personas con trastornos emocionales que se niegan a aceptarlos por un miedo a ser juzgados, más asesinatos a causa de callar voces y pensamientos que van en contra de lo políticamente correcto.
No dejemos que esto nos consuma más, no dejemos que el mundo efímero de la perfección social nos aleje de lo que realmente somos, de lo que realmente anhelamos y de las personas que realmente amamos. No permitamos ser más figuras “públicas” que se desnudan en sentimientos en redes sociales, pero que de manera real no sienten tanto. Dejemos de lado el pensamiento de actuar para ser medidos por la vara de otro. NO, simplemente seamos nosotros mismos, parémonos frente a un espejo y reconozcámonos, hablémonos fuerte y sinceramente y soltemos ese tipo de cosas que nos alejan de aquello que soñamos.