Con las recientes cifras de desempleo reveladas por el Dane no solo queda en evidencia la grave afectación de las medidas tomadas para mitigar el impacto del COVID-19, sino la debilidad del aparato productivo de la ciudad. Y es que Ibagué ocupa un deshonroso segundo lugar con un 37.6% de desempleo, cifra que es que es extremadamente preocupante y desmotivadora para las generaciones más jóvenes, los estudiantes universitarios, las personas que se encuentran en búsqueda de empleo y el tejido empresarial, el cual se encuentra volcado a pymes concentradas en el comercio, bastante resentido por el cierre de los establecimientos y hoy no ven el futuro claro para sus empresas y la ciudad.
El problema del empleo no es nuevo, de hecho, Ibagué ha ocupado los primeros puestos durante los últimos quince años, lo que paralelamente coincide con la desaparición de algunas empresas grandes que eran sinónimo de orgullo, desarrollo y generación de empleo; de la misma forma coincide con la crisis del sector textil-confección que tuvo años gloriosos en los 80’s y 90´s pero que a mediados de los 2000 empezó su caída; igualmente con una migración de empresas a otras ciudades donde pueden encontrar mejores condiciones de competitividad o mayores beneficios traducidos muchas veces en menos impuestos.
Si bien algunos esfuerzos recientes como la reactivación de la “API” (Agencia de Promoción de Inversión) en principio es una buena idea; debe estar respaldada por una estrategia clara que, realmente identifique cuáles son los sectores que Ibagué quiere priorizar para la atracción de inversión, con una estrategia de mercadeo territorial para que la ciudad sea posicionada a por algo específico a nivel nacional, para que alrededor de la misma se genere una dinámica, esto debe ir acompañado con una política clara de atracción de inversión, que incluya los beneficios para los empresarios; el discurso no puede seguir centrado en que es una ciudad cercana a Bogotá y con buenas vías de acceso, eso es una ventaja, pero no es el valor agregado que logre jalonar las grandes empresas. La ciudad debe mejorar en cuanto a la prestación de servicios públicos, la pertinencia de los programas ofrecidos por las universidades frente a las necesidades del sector productivo, el acompañamiento de gremios en la facilidad de acceso a información y trámites para instalación.
Ibagué necesita vibrar, de verdad; porque es urgente que se tomen decisiones estratégicas, alejadas de posiciones políticas y pensadas en cifras electorales, decisiones materializadas en acciones que propendan por el fortalecimiento las empresas de la ciudad, no solo con capacitación y eventos feriales locales, hay que hacer un esfuerzo grande en actividades comerciales de orden nacional e internacional, en la adaptación de la oferta para lograr tener acceso a mercados y en el acceso a recursos. Debe ser prioridad desarrollar procesos de innovación que cuyo resultado sea la sofisticación de productos y servicios; esa es una materia pendiente tal como se observa en el más reciente Índice de Innovación Departamental, donde el Tolima ocupa el puesto 15 con un desempeño “medio”, con tan solo un puesto por encima de la línea “medio-bajo” y donde nuestros vecinos Caldas, Risaralda, Quindío y Valle del Cauca están en el top 10 con desempeño alto; en este punto sería importante revisar cual ha sido realmente la tasa de retorno de las millonarias inversiones en innovación que ha hecho la ciudad y el departamento los últimos años, cuáles son los resultados de todos estos proyectos y cuál es el porqué de estos resultados.
Al final nadie tiene una varita mágica que permita cambiar la realidad de la ciudad de la noche a la mañana, lo cierto es que los resultados no van a ser diferentes haciendo lo mismo. Ibagué necesita vibrar; porque en estos meses de gobierno y en el marco de la pandemia, los empresarios siguen a la deriva en medio de decisiones y decretos confusos sin una estrategia que busque la forma de generar una reactivación responsable que permita aliviar de forma parcial el impacto negativo del cierre de las empresas y algunos de los llamados “lideres” que ocupan cargos distinguidos parecieran estar más enfocados en sus redes sociales que en la ciudad. Ibagué necesita vibrar, de verdad; es cierto porque tal parece que se volvieron parte del paisaje los problemas y las cifras no tan alentadoras y no se ha entendido que la solución es de todos, y se hace necesario un liderazgo propositivo, que articule todas las instituciones, alejados de personalismos y colores políticos y ese es el liderazgo que hoy no se ve.