El comercio electrónico se ha convertido más que en una tabla de salvación, en un aliado clave durante el coronavirus para algunas empresas.
Con la emergencia causada por el COVID-19 muchos empresarios que veían la virtualidad como una opción posible en el mediano o largo plazo o incluso ni la contemplaban por la naturaleza misma de su negocio, se han visto obligados a tener que acelerar o implementar dicho proceso, teniendo que tomar decisiones rápidas, disruptivas y ajustar los modelos de negocio para no dejar de percibir ingresos que garanticen su subsistencia.
Según la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico (CCCE), el país registró en 2018 un incremento en una tasa cercana al 20% en este mecanismo, lo cual representa cerca de 17 billones de pesos, un estimado del 1.5% del PIB nacional, cifra considerable si se compara con el 2,5% que aporta el departamento del Tolima a este indicador; no obstante, solamente cerca del 35% de las empresas colombianas venden sus productos a través de internet, cifra que seguramente aumentará una vez sea superada la crisis del COVID-19.
En el comercio electrónico todo es muy rápido, dinámico y cambiante; cada vez aparecen más aplicaciones, plataformas y nuevos modelos de negocio al servicio de los usuarios y las empresas; así como también lo es el crecimiento de la demanda de productos y servicios alcanzando tasas anuales entre el 20% y 25% en los últimos 10 años, especialmente en sectores como moda, entretenimiento, viajes y turismo, artículos de tecnología, implementos de salud y belleza, comestibles y bebidas y artículos para mascotas entre otros.
En cuanto a la ciudad de Ibagué son muy pocas las empresas que tienen plataforma virtual desarrollada que les permita ser competitivos en el mercado; de hecho para algunos empresarios era un tema nuevo, ajeno o lejano pero dadas las circunstancias actuales por las restricciones y la caída de las ventas han tenido que optar por ingresar al comercio electrónico en muchos casos de forma errática, sin conocimiento, sin acompañamiento o sin la logística necesaria para cumplir con la promesa de valor llevando a que se cuestionaran elementos fundamentales como lo es el servicio, tal como le ocurrió a varios restaurantes, floristerías, empresas de detalles que tradicionalmente en el canal presencial cumplen de la mejor forma, pero que en el pasada celebración del día de la madre no lo pudieron hacer.
A lo anterior se suma la debilidad del tejido empresarial compuesto en su gran mayoría por micro empresas, cuyos dueños han forjado a través de los años negocios que les han permitido sobrevivir pero desafortunadamente a veces no cuentan con la preparación suficiente y además la falta de asesoría técnica en la materia por parte de entidades públicas y privadas encargadas de promover el desarrollo empresarial, hacen que para muchos empresarios la opción de volcarse al comercio electrónico no sea un flotador en medio del océano sino más bien un rin.
Lo que está sucediendo ha dejado varias cosas en evidencia, por un lado no se ve liderazgo desde las entidades que están llamadas a ser referentes en desarrollo empresarial porque dependen en gran medida de los recursos públicos que hoy son bastantes escasos y su interlocución a veces se limita a solicitudes al gobierno nacional; de otro lado, una administración municipal iniciando que pareciera no entender las necesidades de los empresarios y sin una cabeza visible que los logre agrupar y tratar de crear soluciones reales y por último grandes brechas tecnológicas que afrontan los empresarios mientras intentan sobrevivir tratando de adaptarse a esta nueva realidad.
Si bien quizás no se vislumbre un futuro inmediato tan prometedor y puede que el resultado de lo poco o nada que se ha podido hacer sea que finalmente muchas empresas tengan que cerrar; existen ejercicios interesantes como el reciente esfuerzo de la Cámara de Comercio de Ibagué y el Clúster TIC con una plataforma de comercio electrónico para el agro, así como el caso de empresas del sistema moda que hoy venden sus productos en diversas plataformas virtuales.
El reto que le quedará a la administración local, así como a las entidades de desarrollo empresarial y las empresas una vez pase la crisis, será:
- Estructurar líneas de acción que fortalezcan procesos comerciales y de asociatividad adaptadas a la nueva realidad y con un enfoque desde el mercado, promover ajustes en los modelos de negocio para dar respuesta a la demanda
- Establecer líneas de crédito de fácil acceso para la mejora de procesos tecnológicos.
- Entender que el mercado cada vez demanda productos innovadores y la generación de clientes ha cambiado así como sus formas de comprar.
- Invertir en la formación del talento humano al interior de cada entidad para dar respuesta puntal y oportuna a los empresarios.
- Establecer alianzas estratégicas con universidades y centros de innovación para generar o mejorar productos y servicios.
- Y lo más importante para todos, entender que la economía de la ciudad crecerá y se tendrán más recursos para inversión, así como mejoraran los índices de empleabilidad en la medida que se generen los espacios y mecanismos para que las empresas se fortalezcan, crezcan y tributen más.