Llevamos muchos años repitiendo que Ibagué tiene un importante potencial turístico, pero las autoridades locales y los gremios económicos solo se quedan en el análisis de las estadísticas, las ruedas de prensa y el consumo de café en las periódicas reuniones sectoriales.
Pero no hay acciones concretas y tangibles para generar un verdadero desarrollo económico alrededor del turismo. Para no ir muy lejos, basta analizar lo que ocurrió antes y durante la pasada Semana Santa.
En Bogotá, una ciudad con un enorme potencial de turistas, no hubo ni siquiera una valla publicitaria en la que se invitara a los capitalinos a disfrutar unos días de descanso en Ibagué.
En los canales locales como Citytv o Canal Capital tampoco se hizo referencia alguna a la ciudad como destino turístico. En estos dos canales la publicidad es más económica que en Caracol y RCN Televisión.
Es más, para abaratar costos, la Alcaldía de Ibagué pudo suscribir un convenio (de esos que le gustan al alcalde Jaramillo) con el Canal Capital -propiedad de la Alcaldía Mayor de Bogotá- para que promocionaran nuestra ciudad.
En conclusión: las personas que visitan la capital del Tolima, casi siempre, son invitados por ibaguereños que hablan bien de la ciudad en Bogotá y terminan animándolas a pasar unos días aquí.
La Casa del Tolima, operada y administrada por la Administración Departamental, sirve de sitio de recepciones para condecorar a los amigos de los mandatarios de turno, pero para nada más. Por lo menos, eso es lo que se registra en los comunicados de prensa del Gobierno.
Sitios cerrados y mala atención
Los días jueves y viernes santos, Ibagué parecía una ciudad fantasma. Buena parte del comercio cerró sus puertas y el clima tampoco ayudó: llovió e hizo frío.
Muchos turistas debieron recurrir a internet para hallar, por ejemplo, los números telefónicos de los restaurantes para preguntar si había servicio.
La oferta no era muy amplia porque algunos propietarios de estos establecimientos no abrieron por razones religiosas -lo cual es respetable- y otros por no pagarles a sus empleados el turno festivo.
Lo mismo ocurrió con otros negocios como droguerías, cafeterías, almacenes de ropa, calzado y panaderías, entre otros.
También hubo establecimientos que abrieron sus puertas el viernes santo, pero se encontraron con la atención displicente de algunos meseros que se incomodaban con la llegada de clientes minutos antes de finalizar sus actividades, como se lo reportó a EL OLFATO un turista cucuteño, funcionario de la Universidad Externado.
Entonces la pregunta es: ¿Queremos ser destino turístico y mantenemos los horarios limitados de una ciudad intermedia?
Faltan poco menos de dos meses para que inicien las fiestas del folclor y todo indica que el panorama no cambiará, porque el conformismo de los empresarios y la falta de gestión de las autoridades son el pan de cada día.