En 76 días, los ibaguereños decidirán quién será el nuevo Alcalde de la ciudad. Hay en competencia nueve candidatos, todos viejos conocidos del mundo político y empresarial de la ciudad.
Aquí no hubo renovación. Son los mismos con las mismas, pero con avales distintos tal vez.
La única novedad parece ser la aparición en política del periodista Rubén Darío Correa, quien, con una propuesta populista y un absoluto desconocimiento de lo público, pretende ser el sucesor de Guillermo Alfonso Jaramillo. Algunos dicen que no tiene chance, pero en una ciudad como Ibagué que eligió a un fracasado e irresponsable político como Luis H. Rodríguez -después de tres intentos- cualquier cosa puede pasar.
Pero esta editorial no se referirá a la amenaza que representan para Ibagué los candidatos sin preparación. De eso hablaremos después. Estas líneas están dedicadas a los “fanáticos” políticos que andan promocionando a sus candidatos, muchos de ellos anhelando un puesto de trabajo en el Alcaldía de Ibagué.
Por estos días, la red social Facebook se convierte en un cuadrilátero y los chats de WhatsApp de familiares y amigos se polarizan por la coyuntura política.
Para esos seguidores que personalizan y radicalizan sus posturas en estas elecciones va la siguiente reflexión. ¡Tranquilos! No hay nada más efímero que el compromiso y la lealtad de un político. No vale la pena perder amigos por defender políticos.
La política es dinámica y todo cambia. Por ejemplo: hace cuatro años -por estos días- el Alcalde de Ibagué era Jhon Esper Toledo. Tuvo todos los avales que quiso, contaba con el apoyo de la mayoría de concejales ‘enmermelados’ por Luis H. Rodríguez, tenía el patrocinio abierto y descarado de casi todas las emisoras de la ciudad, además de abundante publicidad, y la financiación no era un problema. Lo tenía todo, se quedó sin nada.
Toledo terminó tercero, después de Jaramillo y Ferro, con 31.657 votos.
Todo cambia en cuatro años
Hace cuatro años, el entonces candidato Guillermo Alfonso Jaramillo exigía a los órganos de control garantías ante la intromisión de la administración de Luis H. Rodríguez en la campaña política en favor del aspirante Jhon Esper Toledo.
Ahora, Jaramillo -con la chequera y la maquinaria oficial- parece seguirle los pasos a Luis H. para promover a su propio ‘Toledo’, es decir: Alberto Girón. Y es que lo necesita, como lo pensó en su momento el detenido exalcalde, por aquello de las obras inconclusas y las investigaciones que se les avecinan. (Girón presentó su campaña a la Alcaldía de Ibagué y aseguró que no es el candidato de Jaramillo)
Hace cuatro años, José Barreto y Alberto Girón eran aliados y acompañaban la propuesta del candidato Ricardo Ferro. Ahora, ambos aspiran a la Alcaldía de Ibagué sin el apoyo de Ferro.
Hace cuatro años, Rubén Darío Rodríguez era el candidato a la Alcaldía de Ibagué del partido Liberal y creía que Mauricio Jaramillo era un político serio, pero terminó defraudado al saber que el exsenador apoyó fue a su hermano Guillermo, quien le habría pagado el favor con puestos.
Hace cuatro años, Pompilio Avendaño chicaneaba en Ibagué con el aval del partido de La U y su cercanía con el expresidente Juan Manuel Santos y con el entonces congresista Carlos Edward Osorio. Al final, Osorio movió sus cartas por debajo de la mesa y le entregó el aval de La U a Jhon Esper Toledo y volteó a Pompilio.
Hace cuatro años, María Fernanda Martínez era la mujer más cercana al entonces candidato Guillermo Alfonso Jaramillo. Definía su agenda, era su mano derecha. Después del triunfo, fue durante casi dos años el poder detrás del poder en la Alcaldía de Ibagué. Hoy por hoy está muy distante de su antiguo jefe, quien la despidió de mala manera y sin importarle que estaba superando el duelo por la pérdida de un ser querido.
Así es la política y así son los políticos. Entonces: ¿Vale la pena desgastarse en peleas estériles?