La omisión de la Alcaldía de Ibagué con los borrachos al volante
Los habitantes de Ibagué están expuestos diariamente a que un borracho al volante los asesine o los envíe gravemente heridos a un hospital.
Y no es una exageración. Para no ir muy lejos, el pasado viernes en la mañana, un conductor ebrio terminó en el tejado de unas viviendas en el barrio Tulio Varón.
En este hecho, provocado por un hombre de 31 años, resultaron tres personas heridas.
¿Y por qué pasan estas cosas? La respuesta es sencilla: por la negligencia y la corrupción que reinan en la Secretaría de Movilidad de Ibagué.
Durante la administración del exalcalde Andrés Hurtado se profundizó el desgobierno y la falta de autoridad en las calles de la ciudad.
En el pasado cuatrienio, desaparecieron los controles de alcoholemia y, por el contrario, se ampliaron los horarios de atención al público de bares y discotecas.
El resultado de estas decisiones absurdas e irresponsables fueron más accidentes y pocas sanciones para los infractores.
El año pasado, este medio de comunicación denunció que algunos agentes de la secretaría de Movilidad de Ibagué tienen una tarifa de $500.000 para omitir los comparendos y las inmovilizaciones de vehículos conducidos por borrachos.
Por eso es fácil encontrar personas embriagadas amaneciendo -con sus carros- por la avenida Mirolindo, la zona del Aeropuerto Perales, San Bernardo o el Totumo.
Todo el mundo sabe, menos los inoperantes agentes de la Secretaría de Movilidad.
Ya es hora que la Procuraduría Provincial de Ibagué actúe y le exija a la Administración Municipal controles para contrarrestar esta problemática.
Y ojalá la alcaldesa Johana Aranda tenga más pantalones que su rumbero antecesor y logre ponerle orden a la ciudad y a la incompetente y corrupta Secretaría de Movilidad de Ibagué.