Los candidatos a la Alcaldía de Ibagué han hablado casi de todo. Han prometido solucionar la mayoría de los problemas de la ciudad, pero han pasado por alto un asunto vital para la convivencia: la cultura ciudadana.
Esta tarea no puede seguir pendiente para el próximo mandatario o mandataria. La Administración Municipal debe implementar estrategias masivas de educación para los habitantes de Ibagué. Es imperioso fomentar los buenos modales, la solidaridad, el respeto por los peatones y las señales de tránsito, la sana convivencia entre vecinos y despertar el amor por la ciudad.
Y si bien la Alcaldía de Ibagué debe liderar estos procesos pedagógicos, como lo hizo en su momento el profesor Antanas Mockus en Bogotá, todos debemos involucrarnos: en los hogares, en las aulas de clase, en las empresas, en los barrios y las unidades residenciales.
El civismo es definitivo para transformar a Ibagué. Se pueden pavimentar todas las calles, se pueden resolver los problemas de suministro de agua y energía, se pueden construir vías y puentes, espectaculares megacolegios, pero si seguimos sobreviviendo en medio de esta apatía, agresividad e individualismo, Ibagué será invivible.
Hoy por hoy somos una de las ciudades del país con mayor siniestralidad en las vías por cuenta de la imprudencia de los conductores y los peatones.
Algunos motociclistas conducen de manera irresponsable, temeraria y desafiante. Circulan por los andenes, por los separadores, por los cruces peatonales y en los semáforos es común verlos haciendo zigzag entre los automóviles.
La inestabilidad del sistema semafórico trae también enormes conflictos porque nadie piensa en el otro, cada uno busca salir del trancón a como dé lugar, pitando o insultando y metiendo el carro o la motocicleta a la brava.
Los cruces peatonales -muchos de ellos con una pobre demarcación- son irrespetados. Los paraderos de buses nunca fueron atendidos por la saliente administración del ingeniero Andrés Hurtado y los conductores de las busetas paran en cualquier parte.
Un capítulo especial merece el acto individualista del estacionamiento callejero. Hay vías y barrios que son parqueaderos a cielo abierto.
La falta de solidaridad es mucho más evidente cuando estacionan carros a lado y lado de la calle, frente a frente, reduciendo al máximo el espacio para que los demás puedan circular. Parece que a nadie le importara afectar a los demás con este tipo de comportamientos.
Y para rematar, la tarea de descongestionar las vías en las horas ‘pico’ es asumida por particulares, unos hombres desempleados, que con unas paletas en la mano, salen a ganarse unas monedas y a suplir el vacío institucional que deja la Secretaría de Movilidad.
Así estamos. Por eso es importante que la Alcaldía de Ibagué trace el camino y las empresas privadas, los comerciantes y los medios de comunicación se unan para sacar adelante un proyecto colectivo de cultura ciudadana, sin ánimo de lucro, para que entre todos construyamos una ciudad cívica, amable y solidaria.