¡Gracias Jamming! Despertó la solidaridad que en Ibagué creíamos perdida
No es un editorial de autoayuda colectivo. No. Pero sí es un espacio de reflexión que nos debe llevar a pensar en el cambio que soñamos para nuestra ciudad.
Las crisis producen grandes transformaciones e Ibagué parece haber tomado el rumbo que nos puede sacar del atraso, del pesimismo, de la resignación y la indiferencia.
La cancelación del Jamming Festival fue un ‘terremoto’ que sacudió a una sociedad adormecida y, gracias a las redes sociales, se produjo un ‘tsunami’ de solidaridad, de amor, de comprensión y de empatía.
La noticia del aplazamiento del evento musical y la manera cruel como sus organizadores se desentendieron del espectáculo, de sus trabajadores, de los proveedores y emprendedores, del público y de una ciudad que los recibió con las puertas abiertas hizo que se tocaran las fibras hasta del más insensible de los habitantes de Ibagué.
Las primeras horas del viernes fueron de incertidumbre. Nadie lo podía creer. ¡Otra vez Ibagué quedó mal ante el país! Fue lo que la mayoría pensó.
Luego, se publicó un video del alcalde Andrés Hurtado refiriéndose al tema, pero su pronunciamiento fue virtual porque andaba desaparecido y nadie se atrevía a revelar su paradero. Sus inmediatos colaboradores corrieron a cubrirle la espalda –y a aplaudirlo en sus redes sociales–.
El mandatario, quien lucía despeinado, con los ojos hinchados y sin sus vistosas manillas, tuvo que despertarse a reclamarles a los poco serios empresarios que meses atrás alababa.
Pero la pésima apariencia de Hurtado no es el centro de este editorial. Su imagen no se mejora ni comprando pintas Versace o Louis Vuitton de $12.000.000 o $20.000.000, como él y sus aduladores creen.
La cara amable de esta crisis fue la arrolladora reacción de la sociedad civil: del ciudadano de a pie, del pequeño y del mediano comerciante, de los empresarios, de las cajas de compensación, de los centros comerciales, de los concesionarios y de todos los que pusieron su granito de arena para no arruinar un fin de semana en el que había comida e ilusiones por montón.
Las comparaciones son odiosas, pero aquí cabe la cuña: lo que se vivió en Ibagué en estas últimas horas es lo que los antioqueños han hecho siempre. Ellos son fuertes porque son solidarios, porque piensan en el otro y se ayudan mutuamente.
Y nosotros lo hicimos bien. Muy bien. Al punto que esa solidaridad salió de nuestro territorio y personajes como Tulio Zuloaga, el influencer de gastronomía y cocina, se unieron a la campaña de apoyo.
Esta semilla que se sembró antier tenemos que cuidarla entre todos, para que no se ahogue en una tierra infértil, sino que crezca y dé fruto.
Debería crearse una entidad de promoción de Ibagué, sin ánimo de lucro, privada, seria, en la que no haya sueldos para sus directivos, desprendida de intereses particulares y que lidere actividades que atraigan turistas cada fin de semana.
En Pereira, para no ir lejos, hay fines de semana en el año con atractivos descuentos en el comercio. ¿Qué tal si hacemos algo parecido, pero con nuestra sabrosa comida y excelente música?
Si montamos espectáculos, llegan los turistas y si llegan los turistas dinamizamos la economía. Tenemos tradición gastronómica, cultural, paisajes y gente amable. Solo necesitábamos un sacudón y por fortuna llegó.
Ojalá la sociedad y la empresa privada no pierdan el impulso. La promoción de la ciudad debe ser responsabilidad de cada uno de nosotros, con campañas a largo plazo y no de los alcaldes de turno, porque los políticos no lo van a hacer por nosotros, ellos van por lo suyo: la contratación, la burocracia, la clientela y la parranda.