El voto en blanco: una opción para castigar las maquinarias y a los candidatos cuestionados
Proponer el voto en blanco en una contienda política resulta ser peligroso por el elevado nivel de fanatismo electoral que hay por estos días. (Cuatro candidatos a la Alcaldía de Ibagué lanzan duro ataque en contra del gobernador Barreto)
El antecedente más cercano es el matoneo digital al que fueron sometidos el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo y el senador Jorge Enrique Robledo, quienes prefirieron esta opción antes que votar, en la segunda vuelta presidencial, por el jefe de la Colombia Humana Gustavo Petro.
Sin embargo, así no les guste a los fanáticos (de izquierda y derecha), esta es una herramienta legal y válida en una ciudad como Ibagué, sometida en el estancamiento económico y productivo, saqueada por unos y otros, y controlada por los jefes políticos de siempre.
A una semana de las elecciones para elegir el próximo Alcalde de Ibagué, muchos ciudadanos han expresado que no se identifican con ninguno de los aspirantes en competencia, y el voto en blanco se convierte en una alternativa.
Las dos encuestas realizadas por el Centro Nacional de Consultoría (Ondas de Ibagué) e Invamer Gallup (El Nuevo Día y Ecos del Combeima) indican que hay un alto número de ciudadanos que votarán en blanco. (Nueva encuesta ratifica tendencia electoral en Ibagué, pero ahora empatan en la punta Hurtado y Correa)
En la primera, el 9 % de los encuestados dijo que marcará la tarjeta electoral en la casilla del voto en blanco, y en la segunda, el 7.8 %.
De acuerdo con la sentencia C-490 de 2011 de la Corte Constitucional, que declaró la exequibilidad de la Ley 1475 (Reforma Política), el voto en blanco es “una expresión política de disentimiento, abstención o inconformidad, con efectos políticos” y agrega que “el voto en blanco constituye una valiosa expresión del disenso a través del cual se promueve la protección de la libertad del elector. Como consecuencia de este reconocimiento la Constitución le adscribe una incidencia decisiva en procesos electorales orientados a proveer cargos unipersonales y de corporaciones públicas de elección popular”.
Seguramente el voto en blanco no ganará, eso es claro, pero una masiva votación en esa línea les permitirá a los ibaguereños sentar un precedente.
Hace cuatro años, 222.669 personas participaron en las elecciones locales y, de ellas, 11.077 votaron en blanco, una cifra nada despreciable.
La tragedia que vivió la ciudad durante los cuatro años de la administración de Luis H. Rodríguez y las promesas incumplidas de Guillermo Alfonso Jaramillo, sobre todo en materia de lucha anticorrupción e infraestructura, deberían ser razones suficientes para salir a protestar en las urnas.
Ojalá que todo ese inconformismo acumulado que se lee en las redes sociales se trasladara a los puestos de votación el próximo domingo. Seguro ese día los políticos entenderían que la ciudadanía despertó.
Posdata: Causa asombro ver el crecimiento del candidato a la Alcaldía de Ibagué Rubén Darío Correa, un periodista popular, poco preparado académicamente, inexperto en gestión pública y cuestionado por su silencio durante el desfalco de los Juegos Deportivos Nacionales del año 2015.
Pareciera que la experiencia vivida con Luis H. Rodríguez ya se hubiera olvidado.