La perspectiva económica, incluso antes del coronavirus, se había debilitado constantemente, y el entorno sociopolítico se estaba deteriorando (no estábamos yendo a mejor, la mejor metáfora que explica lo que estaba ocurriendo es que éramos una olla a presión a fuego lento y con la válvula de seguridad dañada, algún día explotaríamos y ese día estaba cerca). Pocos estarían entusiasmados con simplemente regresar a esa situación, basta recordar las protestas de noviembre del año pasado.
La nueva realidad podría ser mejor, sí y solo sí, las nuevas relaciones que se construyan tengan un asidero al comportamiento ético, que redunden en principios de equidad, justicia y solidaridad. El Estado, hoy más que nunca, podría ejercer el necesario papel de regulador de las interacciones sociales y económicas para evitar los fallos del mercado que aprovechan los jugadores tramposos del sistema. Lo feo es que a veces los tramposos están en los que gobiernan, y eso nos la pone muy difícil.
Resulta muy triste que estemos luchando contra dos pandemias, la del virus y la que hemos venido soportando desde que nos hacemos llamar república, la corrupción.
¿Pero como reactivar el muy débil aparato empresarial tolimense? En principio, reconocer en la conciencia social que hay una enfermedad andando en las calles y que debemos prevenir su expansión. Hoy después de muchas discusiones creo que no es economía o salud el criterio que necesitamos, es economía y salud. Si nos preocupa tanto volver al confinamiento, deberíamos preocuparnos por evitar su causa, alta velocidad del contagio. Hoy Bogotá anda en estas, y para disminuir la velocidad todavía no conocemos otra práctica que no sea el confinamiento.
Entonces tal vez lo que necesitamos es un cambio cultural que modifique el pensamiento lineal que usualmente utilizamos para resolver problemas y modificarlo hacia un pensamiento sistémico que permita comprender las consecuencias de nuestras acciones y que se traduzca en el entendimiento de que todos hacemos parte de un mismo sistema. Es cierto que todos vamos en el mismo barco, algunos en primera clase, otros en séptima, pero es el mismo barco, si esto naufraga todos nos veremos impactados.
Las siguientes son unas recomendaciones desde el sentido común, que deben de pronto sumarse a toda la experticia que ya vienen aplicando los empresarios en sus organizaciones. Esta también es una muy buena oportunidad de acercar la academia a la realidad empresarial para generar la sinergia necesaria para la reactivación el mercado.
Desde lo privado
- A los empresarios empiezo diciéndoles que lo primero que necesitan es cohesión, el Gobierno solo escucha a gremios fuertes y que de verdad puedan alzar la voz, si actúan como ruedas sueltas no les auguro nada bueno. Hoy todo deberían tratarlo a través de los gremios y fortalecerlos, si les recomiendo la adecuada auditoría de lo que ocurra al interior del gremio.
- Analizar cómo la crisis modificó la cadena de valor de la organización, pues la nueva realidad de la empresa en esta cadena de valor modificada deberá traer consigo la modificación del plan estratégico de la empresa. Esto también quiere decir que los empresarios deberían estar haciendo planificación de la actuación en la crisis y debería hacerse de manera formal, para poder comunicarlo a todos los integrantes de la empresa.
- Cada empresa debe establecer un mecanismo de seguimiento a la normatividad que está emitiendo el gobierno, pues lo peor que le podría pasar al empresario es dejar pasar las oportunidades que surgen con los alivios que se han implementado. En este punto las universidades podrían ser un elemento crucial de apoyo a la empresa. Las ayudas, aunque parecen pocas, no se pueden perder.
- Las empresas deberían estar recalculando sus estructuras de costos para así hacer los ajustes necesarios que requiere esta nueva realidad. Analizar a profundidad todos los gastos y eliminar toda salida de efectivo innecesaria.
- Proteger a toda costa el empleo, la desaceleración se acentuará en la medida que existan despidos, de nuevo insisto en la necesidad de pensar sistemáticamente, cada desempleado nuevo en sus empresas será otro desempleado en otras empresas, y el círculo vicioso se exacerbará. La empresa en tiempos de crisis debería estar pensada para alcanzar un punto de equilibrio y tal vez no utilidades; despedir trabajadores es una opción, pero debería ser la última opción.
- Debe desarrollarse el adecuado liderazgo intra-empresarial para que se aliente el seguimiento de los protocolos de bioseguridad por parte de los empleados.
- Esto redunda en conceptos de calidad, desde la perspectiva de ofrecer al cliente lo que espera obtener.
- Mantenimiento de clientes, pues las frágiles relaciones que se mantienen con los clientes ahora se ven impactadas seriamente por el concepto de bioseguridad.
- Se deben establecer mecanismos que mantengan el ánimo alto de los empleados, esto en razón al reconocimiento que deben hacer los líderes de que la situación actual es estresante y desgastante emocionalmente para todos. Resulta totalmente indeseable la baja productividad que generaría un personal quemado psicológicamente.
Desde lo público
- Es necesario que los procesos públicos se vuelvan eficientes, hoy más que más que nunca el tiempo es oro, y es el Estado el principal irrigador de recursos en el mercado. Ya sea como intermediario de las transacciones o como contratante de las mismas.
- Vigilancia permanente del buen uso de los recursos públicos, cortar o retrasar los gastos menos importantes mientras se reenfocan a las necesidades inmediatas.
- Las Pymes que venían ya débiles antes de la pandemia posiblemente no sobrevivirán. Y con mucha lastima digo que no todas pueden o deben salvarse, dados los recursos fiscales limitados con los que se cuenta. Se debe analizar a profundidad cuáles sectores deberían recibir ayudas; los que generan valor, los que extraen valor o los que destruyen valor.
- Pago de proveedores en el menor tiempo posible, esto haría que las empresas privadas obtengan una valiosa liquidez.
- El Gobierno debería recurrir al talento humano más capaz y de experiencia comprobada en situaciones de gran estrés en el pasado, así no sea de la línea política de su partido, esto además de poner a los mejores, al frente de la actual crisis, también podría generar la unidad que se requiere para avanzar en medio de la incertidumbre que vivimos.
- Regular el sector financiero, pues la tasa de intermediación bancaria sigue altísima y resulta injusto que un sector que se ha caracterizado por la extracción de valor, lo siga haciendo en esta época.
- Exigir el comportamiento ético de quienes están administrando los recursos públicos, es una infamia que exista cualquier tipo de duda sobre cómo se manejan los recursos públicos en una época como la que estamos atravesando.
A los funcionarios públicos, por favor y con todo respeto, compórtense éticamente, la historia nos indica que tal vez es mucho pedir, si no roban, si no malgastan, si no se tuercen, con eso aportarían muchísimo en todo. Es a partir del buen manejo de los recursos públicos que nuestra región podrá salir adelante en esta muy dura situación.