El gobierno del expresidente Juan Manuel Santos anunció con bombos y platillos la inversión de $97.000 millones en la remodelación del Aeropuerto Perales de Ibagué, una terminal aérea que permanece casi siempre cerrada por problemas climáticos.
El contato fue adjudicado durante la administración del exdirector de la Aeronáutica Civil Gustavo Lenis, en diciembre del año 2014. (Ver: Contrato de la Aerocivil)
Esta nueva terminal tiene una moderna estructura metálica de 11.100 metros cuadrados de área construida, que está conformada por tres módulos con capacidad para albergar a 400 pasajeros en las salas de abordaje.
Cuenta con un oratorio, cuatro restaurantes, 10 locales comerciales, 10 front office, seis backs office, salón de reuniones, dos salas VIP, cinco baños, dos ascensores, 114 parqueaderos para vehículos y 40 para motos, y zonas especiales para las entidades de seguridad y apoyo aeroportuario.
La nueva torre de control, que duplica en sus dimensiones a la que existía, tiene 872 metros cuadrados de área construida y 34 metros de altitud.
El cuartel de bomberos tiene una capacidad para albergar hasta cuatro máquinas y tendrá categoría SEI 7, lo que mejora la capacidad de respuesta de los bomberos aeronáuticos en caso de emergencias.
Toda esa infraestructura resulta atractiva, por decirlo de alguna manera. Pero surge una pregunta: ¿Enterraron esa millonaria inversión?
El Aeropuerto Perales sigue siendo una terminal inestable, que no les brinda ninguna seguridad a los pasajeros.
Los usuarios tienen que cancelar muchas veces sus compromisos, porque los aviones no pueden despegar o aterrizar.
Pero mientras la Aerocivil priorizó la inversión de esos $97.000 millones en remodelar la terminal de Ibagué, otras ciudades del país como Pereira, pensaron primero en adquirir de los equipos de aeronavegación para estabilizar su operación.
El Aeropuerto Matecaña, pese a ser internacional, tiene una infraestructura antigua y pequeña, pero cuenta con los instrumentos técnicos que necesita Ibagué.
La Aeronáutica Civil acaba de certificar el sistema de radio ayuda ILS (Instrument Landing System) para el Aeropuerto Matecaña, el cual permitirá aproximaciones de las aeronaves en condiciones meteorológicas adversas, principalmente baja visibilidad y techo de nubes, reduciendo las posibilidades de cierre de la terminal o retrasos en los vuelos cuando esto ocurra.
El ILS le brinda información a las aeronaves con el propósito que el piloto pueda visualizar en los instrumentos la posición de la aeronave en dirección a la pista mientras esta desciende en condiciones de baja visibilidad, garantizando un aterrizaje de manera segura.
Lo triste, para los ibaguereños, es que la inversión que hicieron en Pereira es cinco veces menor a lo que gastó el gobierno de Juan Manuel Santos en Ibagué.
Según la Aerocivil, el proyecto del Aeropuerto Internacional Matecaña costó $18.000 millones y se hizo en tres fases.
Primera fase: Pre-inversión de $3.000 millones para la adquisición de predios y estudios de viabilidad.
Segunda fase: Desarrollo de las obras civiles y eléctricas requeridas para el ILS que tuvieron un costo de $5.300 millones.
Tercera fase: Adquisición de los equipos, antenas y puesta en funcionamiento del ILS con un costo de $6.200 millones.
Una vez concluido el proyecto de la compra de equipos, el Aeropuerto Matecaña inició su remodelación.
Allá hicieron las cosas como deben ser y aquí, como ya es normal, aparecen elefantes blancos en cuanta obra pública ejecutan.