Clasificado: se buscan hojas de vida para el cargo de Alcalde de Ibagué
Muchos coinciden en que la gestión del suspendido alcalde de Ibagué, Andrés Hurtado, resultó peor que la de su amigo y exjefe Luis H. Rodríguez, y eso que aún le resta un año y medio a su cuestionado mandato.
Nadie presupuestaba que Luis H. fuera superado. Pero Hurtado lo ha hecho con creces. Lo delicado del asunto es que si la sociedad civil, los empresarios que no usan rodilleras, los gremios económicos, los medios de comunicación y los electores no despiertan, podrán elegir a uno que resulte más perverso que los dos anteriores.
Esa es una conclusión que se escucha en todas partes. Pero la indiferencia y el conformismo de los habitantes de Ibagué son el insumo perfecto para que los dos clanes políticos que controlan al Tolima -los Jaramillo y los Barreto- impongan a su antojo al ungido de turno.
En el 2019, la Registraduría Nacional del Estado Civil tenía 417.413 personas habilitadas para votar en Ibagué y solo un poco más del 11 % de esos electores eligió al señor Andrés Hurtado, quien obtuvo apenas 46.640 votos.
La abstención fue del 54.72 %. En total, 228.416 votantes no acudieron a las urnas y pusieron la Alcaldía de Ibagué en bandeja de plata para estas organizaciones políticas.
Ahí está el meollo del asunto. Si Ibagué se activa e invita a votar a los abstencionistas, la ciudadanía les puede arrebatar el poder a los señores Óscar Barreto y a los hermanos Jaramillo, quienes han controlado la ciudad desde hace más de 20 años.
En unos periodos gobernó Barreto en cuerpo ajeno y en otros los Jaramillo. Aunque en la administración de Luis H. Rodríguez hubo ponqué para todos los grupos políticos, entre ellos, los azules barretistas y los rojos jaramillistas. ¡Y bien caro que le salió a la ciudad este festín de ambición y poder!
Ahora todos están a la espera que Barreto y los Jaramillo nos digan por quién hay que votar para el próximo periodo. Lamentablemente, no hay en el panorama nombres de profesionales, empresarios y políticos independientes dispuestos a presentar sus nombres para enfrentar los clanes políticos tradicionales.
Los pocos que por lo menos se atreven a pensarlo dicen que no tienen dinero para parar las aplanadoras politiqueras regionales.
Los gremios económicos, las universidades privadas, los empresarios independientes y sin rodilleras, y organizaciones civiles deberían propiciar espacios para recibir hojas de vida, escuchar propuestas de transformación y visibilizar a muchas personas inteligentes, ejecutivas, decentes e interesadas en ponerle el pecho a la brisa e iniciar el proceso de recuperación institucional de esta desbaratada y saqueada ciudad.
Si no se hace, tendremos que seguir viendo el estancamiento y la corrupción que hicieron metástasis en Ibagué.