Johana Aranda asume el primero de enero la Alcaldía de Ibagué y la movilidad debe ser una de sus prioridades, porque el caos vehicular está costando vidas humanas, pérdida de tiempo y productividad, y el deterioro de la calidad de vida de una ciudad catalogada como un ‘buen vividero’.
Hasta la fecha van 63 personas muertas, la mayoría arrolladas por motociclistas imprudentes. Los trancones se encuentran en todas partes y en cualquier momento del día.
A eso se suman las fallas técnicas de los semáforos y la ausencia institucional es tan notoria, que unos particulares, conocidos como ‘paleteros’, son los encargados de la movilidad en los ejes viales más congestionados.
A todo esto llegamos por la improvisación de las últimas dos administraciones: Guillermo Alfonso Jaramillo y Andrés Hurtado nombraron personas inexpertas en la Secretaría de Movilidad. Cada alcalde tuvo casi seis funcionarios al frente de esa cartera durante sus cuatro años de mandato y ahora padecemos los resultados de la mala gestión pública.
Ambos llenaron esa dependencia de cuotas políticas, principalmente de abogados que apenas saben conducir. Ellos fueron los elegidos para que trazaran las políticas públicas de transporte y movilidad.
Y, para rematar, la idea de Jaramillo de crear la planta oficial de Agentes de Tránsito, adscrita a la Secretaría de Movilidad, no sirvió para nada.
Muchos de estos funcionarios se creen oficinistas oficiales, trabajan poco, se sindicalizaron y las prácticas de corrupción siguen intactas.
Alcaldesa: no puede llegar a improvisar. Respetuosamente le recomendamos que no les entregue la Secretaría de Movilidad a personas inexpertas o recomendadas de sus aliados políticos.
Esta es una cartera especial. Por un lado, es la única que genera recursos al Municipio de Ibagué y, por el otro, de ella depende la movilidad y la seguridad vial de todos (conductores y peatones).
Es vergonzoso que un municipio como Mariquita, mucho más pequeño y limitado presupuestalmente que Ibagué, haya podido montar una Secretaría de Tránsito eficiente y productiva. El saliente alcalde de esa población, Juan Carlos Castaño, del partido de la U -cercano a su coalición-, podría darle algunos consejos.
Es importante mirar más allá de los apetitos burocráticos de los políticos locales. Hay que observar ejemplos de éxito para resolver nuestra crisis de movilidad.
Por ejemplo: el ‘pico y placa’ de Hurtado, sectorizado, hay que acabarlo y extenderlo a toda la ciudad. Esa figura, que se presentó como transitoria, congestionó calles como la vía que conecta al Aeropuerto Perales con la Casa de la Moneda.
Las personas buscaron alternativas para sacar sus vehículos y moverse por zonas exentas o, incluso, movilizarse ‘camuflados’ los días de restricción.
Asimismo, deben rotarse los dígitos del ‘pico y placa’ como hacen Medellín y Bogotá, puesto que en Ibagué casi siempre la gente matricula sus carros con placas 0 y 1, para que les correspondan los días lunes y salir favorecidos los días festivos.
Por último, no es descabellado pensar en que el ‘pico y placa’ se extienda también para las motocicletas, como lo tienen Medellín, Bogotá, Armenia y Pereira.
Las razones son muchas. El número de motocicletas supera al de los vehículos, la accidentalidad y la mortalidad de conductores y peatones siempre los tiene como protagonistas, y el mal comportamiento de algunos ponen en riesgo a toda la población.
Ojalá pueda desprenderse de la ‘lagartearía’ local y hallar personas idóneas para que conduzcan a la Secretaría de Movilidad con sensatez, altura y compromiso.
PD: Alcaldesa: ¿Qué tal si implementa un contraflujo por toda la Quinta, desde la Calle 10 hasta Santa Ana o El Salado, desde las 5:00 de la tarde hasta las 7:00 de la noche?
Toda la vía, los seis carriles descendiendo, como existió por muchos años en la carrera Séptima, en Bogotá. Esa medida sirvió mucho, hasta que Gustavo Petro, como alcalde la acabó. Su argumento fue: que facilitaba la movilidad de los ricos y nadie pensaba en las personas que se dirigían al sur.