Imagina por un momento a este ser, gestado durante nueve meses dentro de ti. Llega el momento tan esperado, y ahí está, el mayor amor de tu vida, mirándote con ojos llenos de confianza, como si te dijera que todo estará bien. Tu corazón rebosa de amor, prometiendo estar siempre a su lado para cada necesidad que tenga. Suplicas al cielo por su protección y bienestar, dispuesto a darle todo lo que necesite.
Pero un día, todo cambia. La enfermedad arrebata la paz de tu hogar. Los médicos hablan de pruebas, de exámenes, de incertidumbre. Sientes cómo el mundo se desploma a tu alrededor, cómo cada día es una batalla contra el miedo y la desesperación. Tu pequeño, apenas abierto a la vida, se convierte en un campo de pruebas para la ciencia, sometido a procedimientos dolorosos y desconcertantes. Te aferras a la esperanza, luchando junto a él en un combate desigual.
Esta es la historia de Massímo. Mientras lees estas líneas, su vida pende de un hilo, desafiando a la muerte con cada latido. Prematuro, su vida se teje entre las páginas de una historia clínica interminable. Dos meses en la Unidad de Cuidados Intensivos, tres cirugías, y aún más por venir. Su padecimiento, una disfagia congénita, le impide tragar con facilidad, transformando cada comida en un acto de valentía y dolor.
Pero Massímo no está solo en esta lucha. Tiene una hermana de ocho años, cuyos ojos reflejan el anhelo de una vida normal, de padres presentes y trabajos estables. Sus padres, Catalina y su esposo, se desviven entre hospitales y consultas, tratando de salvar a su hijo sin descuidar las necesidades de su hija. Han sacrificado sus empleos, su estabilidad económica, por un bien mayor: la vida de su hijo.
Y ahora, la pregunta que resuena en cada línea de este relato: ¿Y si fuera tu hijo? ¿Qué harías en una situación así?.
Catalina Munera, una trabajadora incansable, enfrenta cada día con coraje y determinación, pero la carga de su familia es abrumadora. En un mundo cada vez más indiferente, donde la ayuda se diluye en la apatía, cada gesto de solidaridad es un rayo de esperanza.
Hoy, tú que lees estas palabras, tienes el poder de cambiar el curso de esta historia.
En los últimos años, me he dedicado al servicio a los demás. Sin embargo, me ha sorprendido descubrir que, en una era donde contamos con todas las herramientas para brindar ayuda de manera más ágil, la apatía parece haberse arraigado aún más en la sociedad. Observo cómo las personas navegan por las redes sociales, saltando de un contenido a otro sin detenerse a reflexionar sobre el impacto que un simple gesto en estas plataformas podría tener en la vida de alguien. Hoy, te insto a que tomes acción, a que marques la diferencia con tus acciones.
Esta familia, que actualmente se esfuerza por mantenerse a flote emocional y económicamente, podría encontrar la salvación si difundimos su historia y nos unimos activamente en el milagro que es Massimo. Con tan solo ocho meses de edad, este valiente nos ha demostrado que desea estar aquí, y nosotros podemos ayudarle en su lucha.
Por eso, mi columna de hoy está dedicada a este pequeño guerrero y a su familia, así como a todos aquellos que atraviesan momentos difíciles. Es un llamado a todos nosotros, aquellos capaces de marcar la diferencia en la vida de alguien con un simple gesto. Siempre he creído que, si yo no puedo ayudar, seguramente conozco a alguien que sí puede. Pero hoy, la pregunta regresa: ¿Y si fuera tu hijo?
Para concluir esta columna, aquí te dejo la información de contacto de Catalina Munera y las redes donde puedes brindar tu apoyo:
- Nequi: 3205031066
- Bancolombia: Catalina Munera - Cuenta de Ahorros - 10133121089
Tu contribución puede marcar la diferencia en la vida de esta familia. #Hedicho