Soy adicta a los documentales. Esta semana tuve la fortuna de ver uno que me dejó una lección de vida que ni todos los libros del mundo podrían hacerlo. Pocas veces he visto algo tan inspirador. ”Rising Phoenix” es el documental que cuenta la historia de los juegos paraolímpicos y que poco a poco nos va revelando algunas de las historias de sus competidores. La discapacidad se define como la falta o limitación de alguna facultad física o mental que imposibilita o dificulta el desarrollo normal de la actividad de una persona. Sin embargo, al conocer estas historias y compararlas con muchas de las personas que estamos completas física y cognitivamente, me pregunto: ¿Quién está más discapacitado?.
Estas personas que nos demuestran a diario que hacen lo imposible, porque lo posible lo hace cualquiera. Han aprendido a vivir la vida de una manera que ninguno de nosotros, los mal acostumbrados a estar completos, difícilmente lo haríamos. El ser humano es complejo y cada vez más me pregunto: ¿Por qué la vida tiene que ponernos en situaciones difíciles para poder entender y valorar lo que tenemos? ¿Por qué hay que pasar por una situación amarga para poder sacar esa voluntad que suele permanecer dormida, y demostrarnos que podemos lograr lo que queramos, cuando lo queramos? Solo es cuestión de ponerse una meta en la cabeza e ir a por ella. La meta de lograr ser como ellos, de vivir la vida como ellos, cómo ese grupo marginado, en muchos casos, a los que mal llamamos “discapacitados”.
Hace un tiempo que he venido hablando, en algunos medios, sobre la enfermedad del implante mamario. Esta es una condición que afecta a las mujeres que nos hemos sometido a la mamoplastia de aumento. A mujeres a las que ese cuerpo extraño nos ha lastimado tanto, que ha logrado colapsar nuestro sistema inmune, produciendo en nosotras, un alto número de síntomas, que en muchos casos no tienen que ver el uno, con el otro. Una enfermedad huérfana, que todavía no tiene un diagnostico oficial, pero que nos ha dejado, a muchas, en unas condiciones muy mermadas.
Viendo este documental, llegué a la conclusión que, en este momento de mi vida, estoy más discapacitada yo. Me ha costado mi salud el haber tomado la decisión de alterar mi cuerpo solo para lograr la aprobación de los demás. Solo para satisfacer a esta sociedad, que nos ha vendido que las mujeres debemos vernos perfectas y no tenemos permitido envejecer. Somos muchas las mujeres que estamos discapacitadas, por el hecho de pensar que nuestro potencial, lo alcanzamos al vernos como los demás esperan que nos veamos, no como nuestra voluntad puede determinar al darnos el valor, que realmente tenemos, por lo que somos, y así luchar por nuestros sueños. Dentro de cada uno de nosotros hay un “Rising Phoenix” que debe ser descubierto y sacado a flote. Dentro de cada uno de nosotros, hay uno de esos héroes sin capa, capaces de lograrlo todo. Eso tiene que ver con lo que uno piensa y cómo se siente, no por cómo se ve.
Gracias a cada una de esas personas que, repito, mal llamamos, discapacitados, porque por ustedes y sus historias, poco a poco he ido perdiendo el respeto por lo imposible. Por ustedes, ahora quiero encontrar mi “Rising Phoenix”. Por ustedes quiero levantarme cada día y agradecer lo que tengo. Por ustedes quiero dejar de quejarme por lo que no tengo y romper mis propios límites. A este grupo de personas les falta algo, física o mentalmente hablando. Y a ti, ¿qué te falta? ¿Cuál es tu excusa? #HEDICHO.
“Los que dicen que es imposible no deberían molestar a los que lo están haciendo”.
Albert Einstein