Revertir una decisión implica un proceso reflexivo y estratégico que no solo afecta el resultado inmediato, sino también las dinámicas a largo plazo. La alcaldesa Johana Aranda, en lugar de asumir la responsabilidad por los sobrecostos del contrato por $8.034 millones para el Festival Folclórico, se ha dedicado a evadir preguntas y a enviar a sus funcionarios a atacar en privado a quienes hemos denunciado dicho contrato.
En estos primeros meses de continuismo “hurtadista”, ha quedado claro que el proceder arrogante del exalcalde está presente en su sucesora, pues esta última ha demostrado su incapacidad para escuchar los reparos de la ciudadanía frente a temas como el deterioro de la malla vial, el deficiente servicio de agua y, por supuesto, los sobrecostos del Festival Folclórico.
Justamente, esa misma arrogancia es la que ha llevado a Aranda a llamar “errores de comunicación” a todas sus promesas incumplidas. Recordemos su anuncio de militarizar la ciudad ante la ola de sicariatos que se vive en Ibagué, y luego su “rectificación” y correspondiente lavada de manos, culpando a sus propios funcionarios por un “error de interpretación”.
La misma situación se presentó cuando prometió en campaña un “gobierno social”. Sin embargo, lo que hoy vemos es una Ibagué donde el desempleo se mantiene y donde todos los días aumentan los índices de pobreza extrema.
Pero volvamos al Festival Folclórico. Aunque los desayunos, vuelos aéreos, hospedaje y otros ítems con evidente sobrecosto han sido noticia en nuestra ciudad, hasta el momento solo la Procuraduría se ha pronunciado al respecto. Mientras tanto, los demás entes de control siguen haciendo caso omiso a las denuncias de la ciudadanía.
Por supuesto, tenemos que destacar que el dinero destinado a eventos culturales no es meramente un presupuesto, sino también una inversión en la identidad y el desarrollo de una comunidad. Los sobrecostos no solo afectan las finanzas públicas, sino que socavan la confianza ciudadana en las instituciones y en la capacidad de los gestores culturales para administrar adecuadamente los recursos.
El Festival Folclórico Colombiano en Ibagué tiene el potencial de ser un escaparate vibrante de nuestra riqueza cultural y un motor económico para la región, pero solo si se maneja con integridad y responsabilidad.
Es momento de exigir estándares más altos de gestión pública y transparencia, para asegurar que eventos de esta magnitud no solo sean exitosos, sino también ejemplos de buena gobernanza y administración eficiente de los recursos públicos.