En esta tercera entrega de nuestra saga titulada “La herencia” analizamos la inseguridad en Ibagué que nos deja Hurtado, y que se podría perpetuar con Aranda.
Nunca antes en nuestra historia un burgomaestre había animalizado a sus secretarios de Gobierno llamándolos por razas de perros. Y así fue como Hurtado les dio diferentes títulos, dependiendo de la raza a las que ellos pertenecían.
Según él, tuvimos en esta importante cartera a un “french poodle”, un “pincher” y un “rootwailler”. Los dos últimos con posibilidades de ser recompensados por su pésima gestión y que en el gobierno actual pudieran eternizarse en diferentes e importantes cargos de la ciudad, como lo es la Secretaría de Movilidad y la Secretaría General de la Alcaldía de Ibagué.
Como si los manejara como marionetas, el señor Hurtado dispuso que el “pincher” se llevara el premio mayor de la Secretaría General y su “rootwailler” se fuera para la Secretaría de Movilidad, lugar que no pudo ser ocupado por esta última marioneta en mención, debido a investigaciones adelantadas por la Fiscalía General de la Nación.
Y de esta forma caricaturesca pasaron los últimos cuatro años de nuestra ciudad donde día a día se iba convirtiendo en un paraíso, pero para los delincuentes. Los atracos callejeros en los diferentes sectores de Ibagué, que eran burlados por las cifras dependientes del número de las denuncias interpuestas, que poco correspondieron a la realidad que se vive. Los atracos a los comerciantes en varios puntos importantes del comercio, como lo es nuestra milla de oro, que pasaron hechos insólitos como el robo a mano armada.
Nuestro espacio público está totalmente deteriorado e invadido por toda la ciudad y los sitios de interés general cooptados por unos pocos que se enriquecen con la explotación de los comerciantes informales. Todo esto ha generado que “tercerear” se convierta en una experiencia muy similar al caminar por San Victorino en nuestra capital.
Los predios que han sido tomados por tierreros en diferentes zonas de la ciudad han aumentado la inseguridad y el expendio y consumo de sustancias ilícitas.
Los inspectores y corregidores de policía con una gran carga laboral, han sido dejados en el olvido por la administración, donde inclusive ni siquiera han tenido a los auxiliares a su disposición para fallar tantos procesos que llegan a sus despachos. Y como si esto fuera poco, el pobre e irrisorio control a los establecimientos nocturnos tiene a Ibagué cada día más parecida a una ciudad donde el ruido y el desorden imperan en sus cuatro puntos cardinales.
Todos los tipos de violencia están en aumento. Sin embargo, revisan cifras en épocas de pandemia y se autoalaban con estas, cuando los ciudadanos de a pie sienten temor al contestar el celular en la calle.
Y nuestro bienestar animal siempre quedó en un segundo plano para esa administración. Al inicio de su gestión dejaron sin medicamentos y concentrados a los perritos y gaticos. Olvidaron la unidad móvil de esterilización y, de los últimos cuatro años, solo funcionó los meses de campaña electoral (seis), dejando así que la fauna callejera se triplicara y también el maltrato y abandono. Sin embargo, después de tres años de haberles dejado los diseños y las licencias, contrataron el Mega Capa que ya lleva más de un año de atraso debido a que ya tenía que ser entregado y aún los contratistas piden adiciones presupuestales y prórrogas cuando ya superan los $5.000 millones de inversión y por otra parte callando a los acérrimos políticos con ínfulas animalistas, que solo buscan votos en el sentimiento animalista.
Y es que la inseguridad no se soluciona dotando a la fuerza pública con motos, esto se debe abarcar de manera transversal e involucrar a toda la administración para que de manera conjunta e integral se aborde la seguridad.
Sentirme seguro es saber que mis hijos tienen un colegio donde ir, sentirme seguro es saber que puedo tener un trabajo en mi ciudad, sentirme seguro es saber que voy a poder alimentar a mi familia, sentirme seguro es saber que el puesto de salud de mi barrio o corregimiento está abierto para mí, sentirme seguro es saber que tengo actividades en las cuales pueda usar mi tiempo libre, para hacer deporte o alguna actividad lúdica.
La seguridad significa lograr generar varias condiciones y oportunidades que confluyan entre sí, para que una persona pueda desenvolverse al interior de una ciudad sin temor a no ser tenido en cuenta.