No se trata de un gran legado o de una gran fortuna que deja una persona responsable a sus sucesores, estamos más bien frente a quien deja grandes, coyunturales y profundos problemas a una ciudad.
Sin temor a equivocarnos, podemos decir que Ibagué acaba de tener a uno de sus peores alcaldes. No solo fueron los penosos escándalos en el comienzo de su mandato, cuando en medio de la pandemia y el confinamiento compró una lujosa camioneta y mercados con sobrecostos: estos penosos hechos perduraron hasta el último día de su pobre gestión, donde para despedirse tildó de “agazapado, gordo e hipócrita” a su copartidario, examigo y coequipero, el exgobernador del Tolima. Ver: (Hurtado dice que Orozco es un “gordo, agazapado, hipócrita y jefe del cartel de la salud”)
Para no entrar en ligerezas, es pertinente que hablemos detalladamente de varios temas relacionados con la gran sucesión de Hurtado y Aranda. Por eso, tendremos para ustedes una gran saga llamada “La herencia”, donde les contaremos a la ciudadanía cómo dejaron a Ibagué.
Para empezar, hablemos de la salud de los ibaguereños e ibaguereñas y de nuestra USI. Hurtado le entrega a su sucesora 19 puestos de salud de la zona rural totalmente cerrados y con grandes problemas estructurales, mientras que otros 16 de la zona urbana están funcionando a medias. Asimismo, la USI se encuentra en grave riesgo financiero, con deudas por más de $18.000 millones, según el informe de la Contraloría Municipal. Ver: (“Hurtado y Aranda dejaron la USI al borde de la quiebra”: Marco Hincapié)
Por otro lado, la salud mental de nuestra ciudad continúa deteriorándose día a día y sin una política pública que sirva como herramienta para guiar las acciones y planificar el territorio.
En seguridad, nos dejan la ciudad como un paraíso, pero para los delincuentes, quienes día a día inundan las calles de temor y terror. Los atracos callejeros, los sicariatos, los hurtos a comerciantes, el expendio de drogas en los parques y la violencia están disparados en la ciudad. Nos hurtaron nuestra tranquilidad en estos últimos 4 años.
El caos de los trancones en Ibagué, alimentado por los huecos y la falta de orden y buen servicio en la Secretaría de Movilidad, han generado que el movilizarnos sea una experiencia que día a día se parece más a estar en Bogotá. Antes, disfrutábamos recorrer nuestra ciudad de extremo a extremo en tan solo 45 minutos; hoy, nos dejan trancones y tacos que han triplicado los tiempos de los recorridos. No solo son los huecos, las calles rotas de los barrios, las vías rurales acabadas, sino los más de 305 kilómetros de malla vial urbana totalmente deteriorada. Y para sumarle a esta gran herencia, se viene el convenio leonino con INFOTIC, que busca empeorar la situación de los ciudadanos y transportadores.
Nuestro patrimonio cultural, no se salva: los artistas están totalmente olvidados y empobrecidos, los “hurtaron” y dejaron a la deriva hace mucho tiempo, desde la salida de Greiss Cifuentes de la Secretaría de Cultura, quien fue luz en la oscuridad en esa terrible noche. A lo anterior se suma que el parque Centenario está totalmente destruido, olvidado y se convirtió en víctima de ecocidios: urgen acciones colectivas y sociales de la ciudadanía para salvar nuestro parque, tal como han estado haciendo colectivos de ibaguereñas valientes, quienes con grandes acciones han dado ejemplo de protección de nuestro patrimonio.
A nuestra niñez, infancia y adolescencia, les “hurtaron” todos los espacios que habían ganado en la ciudad. Les dejaron deteriorar los parques, convirtiéndolos en sitios propicios para los jíbaros y el consumo. Los espacios culturales para la juventud los olvidaron y dejaron perder grandes inversiones de la Nación que iban dirigidas a nuestra EFAC. Esta también es otra generación que se quedó sin escenarios deportivos por la ineficiencia administrativa a la que Hurtado, en su momento, llamó “brujería”, pero que en realidad se traduce en sobrecostos.
El agua, que fue el caballito de batalla con el cual se hizo elegir el señor Hurtado, ha sido un problema histórico por resolver en la ciudad. No fueron capaces de terminar el acueducto complementario de Ibagué, proyecto al cual le faltaba muy poco para ser entregado.
En otras palabras, la herencia del burgomaestre no solo son los problemas que le deja a la ciudad, sino también todos aquellos grupos políticos que hicieron parte del desastre y no escucharon las soluciones que reclama la ciudad.
Hoy los dejo con los enunciados de este testamento. En las siguientes semanas iremos desarrollando punto por punto.