Cómo hacer para que en una comunidad y en una región pobre como la nuestra, se pudiera trazar una línea en el horizonte hacia dónde ir, capaz de ayudarnos a transformar las realidades en las que nos encontramos y que nos envuelven en círculos concéntricos donde parece imposible tejer redes y salidas que nos conduzcan por otros rumbos.
Es claro que el Tolima como región, e Ibagué como su capital, están en mora, muy en mora, de ir por nuevos rumbos. Por lo que hemos aprendido, visto y oído, pienso que una sociedad como la nuestra podría encontrar ese camino partiendo del conocimiento académico y pragmático de sus habitantes.
Académico, a partir de una conexión más dinámica y presencial de las universidades locales con el entorno empresarial de la misma región. La apuesta retadora en este sentido, sería salir masivamente de las aulas de clase y adentrarse en el corazón de las empresas, ávidas de orientación y apoyo, de modo que sea posible transformar esa realidad cruda de tener solo lo necesario para sobrevivir, y convertirse en unas generadoras de empleo y de riqueza.
Y pragmático, aprovechando el conocimiento y el saber acumulado, que tiene un enorme valor pero que no se potencializa por falta de acompañamiento institucional, de capital de trabajo o de capacidad para buscar nuevos mercados y de adoptar nuevas tecnologías, y por falta de articulación, es decir, por ejemplo, empresas familiares, que se enfrentan solas y escasamente sobreviven en un mundo demasiado competitivo. Bajo este modelo de pobreza no hay posibilidad capaz de cambiar la realidad actual.
Sobre qué base real se podría iniciar la transformación? Hay dos principios fundamentales: solidaridad y cooperación. Instrumentos a utilizar: Cámaras de Comercio, Cooperativas, Fondos de Empleados y asociaciones. Las tres Cámaras del Tolima, entendidas como agencias del desarrollo, tienen este potencial: La de Ibagué agrupa 30 mil empresas; la del Sur y Oriente con sede en Espinal reúne 11 mil empresas y la del Norte con sede en Honda tiene registradas 8 mil empresas. En total, hay 49 mil empresas; a esto sumemos, según reporte de Confecoop Tolima 140 empresas cooperativas, 45 fondos de empleados y un sinnúmero de asociaciones de productores. Solo el municipio de Planadas tiene reportadas 109 asociaciones.
Esto significa que contamos con un tejido académico, social, empresarial, productivo y organizativo maravilloso, capaz de convertirse en la más poderosa fuerza disponible para transformar el Tolima. La posibilidad de fortalecer encadenamientos con los que podamos agregar valor a nuestros productos para ir seguros a conquistar mercados, de hacer sinergias sectoriales para disparar la capacidad gremial como sucede con los cafeteros o lo que hacen cooperativas como Serviarroz, de hacer que florezca la educación, el arte, la cultura y el deporte y aprovechar la inmensa riqueza turística y geográfica con que contamos, nos llevaría al mejor escenario posible de generar valor compartido para que en unos años, podamos sentir la alegría espiritual de que fuimos capaces de vencer este monstruo del atraso y la pobreza que asfixia nuestro corazón.