Han corrido por estos días ríos de tinta y de palabras, por cuenta de un nuevo gobierno y de un Presidente que se propuso dar trámite a una reforma tributaria (ya aprobada en el congreso) que aspira a inaugurar una noción distinta del manejo de lo público, de la economía, de lo social y que habla de desigualdad y de injusticia y de pobreza y de miseria en la que viven más de 22 millones de colombianos.
Este desconocido lenguaje para exfiscales, exsuperintendentes, periodistas y viajeros a sueldo con nuestros impuestos, empresarios, gremios, etc., huérfanos hoy de un poder que los embriagó de “mamar ron” en Cartagena y en Cholón y en las Bahamas y de asaltar a la luz del día las arcas del estado hasta extremos jamás conocidos y vistos en Colombia, esos mismos que disfrutaron de la repartija de canonjías sin límite por más de 25 años, sufren ahora absortos y padecen en pleno desconcierto y se han autoerigido como los voceros de la moral y de las sanas costumbres.
Lo que se niegan a reconocer es que este “estallido” fue un embrión que fue creciendo con los años en el seno, no de esa madre buena y maravillosa y rica y biodiversa y pluricultural que es Colombia, sino en los corazones más perversos que ha parido la patria. De ahí que la protesta y la rabia y el hambre, hicieron posible que los miserables y los olvidados de la historia prendieran su antorcha y siguieran a ese líder que ahora quiere construir una geografía distinta. Y entonces ha sido sistemática la estrategia de desprestigio y de miedo que quieren masificar en el país contra un gobierno que apenas está cumpliendo cien días y contra una reforma que aspira a recaudar 25 billones.
Cifras que contrastan
Recientemente el Obispo de Soacha, Monseñor Juan Carlos Barreto, escribió en la página de la Conferencia Episcopal de Colombia un artículo denominado “El estallido de las élites” donde dice: “….la Superintendencia de Sociedades, la cual ha informado que las mil empresas más grandes del país obtuvieron utilidades por 98 billones de pesos en el año 2021, y que esas mil empresas han obtenido utilidades por 370 billones de pesos en los últimos seis años…”.
“…Respecto a los terratenientes, …en las informaciones del DANE… en Colombia… el 1% de las explotaciones agrícolas de mayor tamaño ocupa el 81% de la tierra, mientras el 99% ocupa tan solo el 19%. De otra parte, los predios grandes (de más de 500 Ha) ocupaban 5 millones de hectáreas en 1970 y en 2014 pasaron a ocupar 47 millones. En el mismo periodo su tamaño promedio pasó de 1.000 a 5.000 hectáreas….Colombia es un país de terratenientes”.
Sobre lo que escribió el Obispo, esta es la radiografía clara de un país que sufre en su gran mayoría. Lo que sigue, es aportar el grano de arena que nos corresponde para hacer de Colombia una sociedad más igualitaria y más justa.