Estamos tan mal en desempleo, informalidad, pobreza y hambre, que no se requiere demostración. Mejor analizar sus causas, agravadas por la apertura y los TLC, no obstante el aumento de las exportaciones mineras, la deuda externa, la inversión extranjera y las privatizaciones, incrementos que, según dijeron, reemplazarían de sobra el agro y la industria que destruyera el neoliberalismo.
La economía colombiana ha crecido porcentualmente menos desde 1990, según prueba la evolución del Producto Interno Bruto (PIB). Mientras que entre 1961 y 1990 –antes de la apertura– el PIB creció al 4,7% anual promedio, entre 1990 y 2020 bajó al 3,5%. Al desagregar, el agro aumentó al 3,6% entre 1961 y 1990 y cayó al 2,1% entre 1990 y 2020. Y el crecimiento industrial se redujo de 4,5 a 3,0% entre los mismos períodos, agravando la condena de Colombia a ser un país subdesarrollado, así lo oculten los defensores del capitalismo mediocre prevaleciente.
El incremento del precio del dólar también demuestra lo mal que nos ha ido. Porque un dólar costaba $507 hace 32 años, y en 2018, cuando Duque llegó a la Presidencia, valió a $3.000 y ahora se cotiza a $4.300, casi 900% más. Ese enorme multiplicador se debe a que el país no genera los dólares que le exigen sus intercambios internacionales –lo que encarece el dólar por escaso–, al importar mucho y exportar poco, al contratar y pagar deuda externa en exceso y a que las trasnacionales que invierten aquí sacan del país muchos dólares de ganancias.
De lo peor de esta etapa, impuesta a Colombia con la falacia de que íbamos a exportar mucho más para crecer más –en especial bienes procesados–, es que el 76 por ciento de lo que se exporta es lo mismo de antes de la apertura y los TLC: bienes básicos como café, banano, petróleo y minerales. Y los colombianos hemos sido grandes perdedores en la balanza comercial posterior a los TLC con Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros, balanza que compara el monto de lo que se vende con lo que se compra.
Y este drama nacional, que incluye haber expulsado a otros países a cuatro millones de excelentes trabajadores colombianos desde 1995 –¡a que creen riqueza allá y no aquí!–, ha ocurrido a pesar de haberse aplicado las cuatro panaceas neoliberales que prometieron sacarían adelante a Colombia.
La deuda externa pública y privada pasó de 26.341 a 175.106 millones de dólares entre 1995 y 2022, 660% más. La inversión extranjera directa acumulada aumentó de 11.773 millones de dólares en 1996 a 218.928 millones en 2021, 1.880% más y desnacionalizando la economía. Desde 1996 se han privatizado bienes públicos por 46 billones de pesos, ahorro nacional que dilapidaron. Y entre 2005 y 2014 hubo la mayor bonanza minera de la historia de Colombia, con ingresos por 142.484 millones de dólares, recursos que el perverso modelo neoliberal convirtió en revaluación del peso y en enfermedad holandesa, causando un daño brutal a la industria y al agro.
Como es notorio entonces, sacar a Colombia de la olla en que se encuentra exige serios cambios en su economía de mercado –para crear más riqueza y repartirla mejor–, empezando por renegociar los TLC.