Hoy, después de muchos días, vuelve a casa. Me preocupa no saber cómo ayudar. Siento que se aísla mucho, pero lastimosamente para mí, no sé cómo hacer para que lo que más la tortura sane. Le cuesta creer en ella, siente mucha angustia cuando enfrenta retos, siente miedo, tristeza y dolor cuando piensa que no lo va a poder lograr.
Siempre se enoja conmigo porque siente que no le presto atención, pero aprendió a ser muy independiente.
Fue cómodo al comienzo, era una niña muy juiciosa. Hacía la tarea sola, no me generaba problemas. Ayudaba mucho en las labores de casa y me daba una mano cuando tenía que salir temprano a trabajar cuidando a sus hermanos: José y Rocío.
A ratos la extraño, pero no quiero ser un estorbo para ella. Quiero ser alguien que está ahí. Suceda lo que suceda, sabe que siempre va a poder contar conmigo. Estos últimos años, sin embargo, empezó a alejarse. Sintió miedo tal vez, no lo sé. Se enoja conmigo con mucha facilidad, me saca cosas en cara y siento que yo he hecho mi mejor esfuerzo.
Hace poco me enteré que tenía depresión: que la acompaña una tristeza que no conocía. Ahora entiendo un poco, quizás, o lo intento. No sé, en mi época no pasaban estas cosas o, tal vez pasaban, pero nadie se enteraba.
Lo que comprendo de su depresión es que está acompañada de una tristeza permanente, que a veces le cuesta incluso hasta bañarse o arreglarse un poco, cosas que le gustaban antes hacer ya no las hace, o de repente las hace por temporadas.
Se suele sentir muy cansada aunque tenga días poco agitados o hay días que se despierta con ganas de hacer muchas cosas pero de repente se bloquea y no las hace. Se desespera cuando siente que no avanza al ritmo que ella desea y sueña muchas cosas pero le cuesta empezar.
Ni qué hablar de sus problemas para dormir. Desde que tengo memoria a ella le cuesta mucho dormir. Yo pensaba que lo hacía por desobediencia, pero la verdad es que dice que no importa que duerma porque siente que es mucho más activa en la noche.
Esta es una pequeña parte de la historia de mi hija Manuela. Aprendí a acompañarla en su proceso: que solamente debo estar ahí, escucharla, no recriminarle, que se sienta apoyada por mí, que siempre tenga un abrazo o un hombro donde descansar y llorar cuando lo necesite.
Si hoy estás sintiendo angustia porque estás pasando por alguna de estas cosas, tómalo con calma: confía en ti, confía en tus decisiones y confía en la ayuda psicológica que te puede ofrecer un profesional.