Anne Applebaum es una de esas voces que señala que las nuevas formas del debate político en las redes sociales, presenta un aspecto que se aparta del optimismo generalizado, desde su perspectiva occidental, de primer mundo, afirma que las redes sociales no solo le han dado un cambio de forma a la democracia, sino un cambio de fondo.
“La propia democracia siempre ha sido ruidosa y estridente en sí misma, pero cuando se siguen sus reglas, a la larga acaba creando consenso. No ocurre así con el debate moderno, que en algunas personas inspira, por el contrario, el deseo de silenciar al resto por la fuerza”, Appleblaum.
En la historia de Colombia se puede observar en distintos periodos que el debate político generó el deseo “de silenciar al resto por la fuerza” que menciona Anne Applebaum, en contraposición a ese enfoque, surgió otra posición que se sustenta en procesos dialógicos dirigidos a superar la violencia.
La afirmación de la periodista norteamericana aterrizándola en las redes sociales puede ser validada en un corto paseo por Twitter, donde inclusive expresidentes y candidatos presidenciales, entran en el juego del bullying político y los insultos no pasan desapercibidos.
La preocupación por el bullying político en redes sociales no tiene origen en algún tipo de puritanismo frente a las expresiones digitales, sino más bien en el peligro de que estas se encarnen y terminen como en el pasado, generando violencias y afectando el desarrollo económico nacional que debe estar en función de los empresarios, los campesinos, los trabajadores y la población colombiana en general.
Cabe puntualizar que la presente columna no apela ni al debilitamiento del Estado, ni a las propuestas autoritarias que buscan limitar el debate, el uso público de la razón y la clausura de redes sociales, sino que apela a la capacidad de razonar de la ciudadanía, a actuar, previa respiración profunda y no ser títere de una estrategia de marketing electoral que apunta a transformar la ideología en identificación emocional “Sapere Aude” (usa tu propia razón): es la consigna de la ilustración que nos recuerda Immanuel Kant, ese es el antídoto y el camino conocido para la profundización del debate democrático.