La Coalición de la Esperanza es un proyecto político en construcción que se reunió con el presidente Iván Duque para dialogar sobre la situación nacional y las complejidades que rodean el Paro Nacional.
Entramos a la reunión como una fuerza de oposición al gobierno y salimos de ella como la misma fuerza de oposición al gobierno. Pero establecimos que podemos conversar con nuestros contradictores si consideramos que ello le sirve a Colombia.
Transcribo la declaración que expedimos antes la conversación.
“La Coalición de la Esperanza decidió aceptar la invitación del Presidente de la República con el exclusivo ánimo de colaborar con la solución de la actual crisis nacional, sin antecedentes contemporáneos. En esta actitud no hay cálculo político ni interés distinto a contribuir al desarrollo de un amplio diálogo. Atendemos así el reclamo angustiado de muchas personas. También sabemos que otros manifestarán descontento por esta decisión. Resolvimos tomar el camino que dicta nuestra conciencia, anteponiendo genuinos intereses nacionales a las grandes desavenencias que dividen nuestra sociedad. Esta actitud se limita a la cooperación exclusiva frente a las dificultades actuales, sin renunciar a nuestra idea de buscar un cambio de rumbo para Colombia, en especial a favor de nuestros jóvenes. Hemos sido y seguiremos siendo opositores al Gobierno del presidente Iván Duque, lo cual no impide que pidamos unidad de los colombianos en esta emergencia extraordinaria.
“Insistimos en reclamar del Presidente un diálogo genuino, concreto y eficaz con el Comité Nacional de Paro. Venimos por tanto sin el propósito de sustituir a quienes han enarbolado la bandera de la inconformidad. Debe ser con este Comité con el que se tramiten las peticiones del paro, sin perjuicio de que el gobierno pueda dialogar con otros sectores y personas.
“Condenamos de manera vigorosa los excesos de la fuerza pública. Nuestra presencia aquí no aminora ni suaviza nuestra protesta. Hemos visto escenas de descontrol que deben ser castigadas. El Presidente debe asumir el liderazgo directo de las fuerzas armadas para que cesen los ataques a la población que se ha manifestado de manera pacífica. Creemos también que son inaceptables las agresiones a la fuerza pública, así como los excesos en el derecho a la protesta que han causado afectaciones a amplios sectores de la población.
“Por nuestra parte, sin pretender asumir la vocería de quienes han dirigido el movimiento del paro nacional, trabajamos en propuestas que van desde un plan de emergencia nacional, la renta básica para 6,2 millones de hogares pobres y la matrícula cero para que los jóvenes, que hoy son la mayoría de quienes protestan, tengan acceso a educación superior pública, hasta poner en práctica mecanismos urgentes de salvaguarda de los derechos humanos, un esquema verdaderamente progresivo, equitativo y eficiente en la tributación, como lo ordena la Constitución, cuyo destino principal deber ser el alivio de los padecimientos millones de hogares colombianos, como resultado del desempleo, el hambre y la miseria. En la circunstancia oportuna daremos a conocer estas iniciativas.
“Se necesitan altas dosis de solidaridad, de empatía. Todos sufrimos en este momento. Debemos aunar ese sufrimiento para lograr un clima en el que podamos resolver con el diálogo las situaciones de injusticia social que hoy existen”.
Para ilustrar la gran amplitud de este proyecto político, hago el listado de quienes asistimos a la reunión: Humberto de la Calle, Sergio Fajardo, Juan Fernando Cristo, Juan Manuel Galán, Ángela María Robledo, Iván Marulanda, Carlos Amaya, Antonio Sanguino, Sandra Ortiz y Jorge Enrique Robledo.
Que unos cuantos nos hicieran víctimas de toda suerte de improperios y hasta canalladas por el “crimen” de conversar con Duque, confirma que en Colombia no hay solo dos opciones sobre su futuro sino por lo menos tres, y que la Coalición por la Esperanza es una de ellas. Porque no es cierto que cada colombiano desee ser parte de la pelea de perros y gatos que han montado, forma de hacer política que facilita engañar a las gentes luego de intoxicarlas de rabia, de miedo y de odio.