Según medios locales, el Ibal estaría por abrir una licitación por cerca de $15 mil millones de pesos para temas relacionados con la culminación del famoso Acueducto Complementario. Parece que esta obra fuera un barril sin fondo. Sin embargo, esta licitación comprobaría lo que yo advertí en diversas columnas en 2017: La famosa y cuestionada licitación por $27.000 millones que tenía como objeto la “Construcción de la Primera Etapa de la Segunda Fase del Acueducto Complementario de la Ciudad de Ibagué” estaba mal planeada y, por esa falta de planeación, el proyecto iba a ser objeto de adiciones presupuestales y prorrogas en su ejecución. Dicho y hecho.
Este asunto lo puse de manifiesto en una comunicación dirigida al cuestionado Guillermo Jaramillo fechada el día 27 de noviembre de 2017 (ver documento 1), la cual también se radicó en la procuraduría provincial. Girón y Jaramillo, al verse descubiertos, me entutelaron para intentar acallar las denuncias, pero como les sucede a los vivarachos, perdieron la tutela. Y gracias a todo este tema y a que se advertían serias irregularidades, la Secretaría de la Transparencia de la Presidencia le compulsó un oficio a la Fiscalía para que este asunto se investigara (ver documento 2). Hasta ahora reina la impunidad.
Estos antecedentes nos muestran que el Ibal se manejó con imprudencia y descaro, lo que hoy tiene a esta empresa en una situación crítica que no ha sido debidamente puesta en conocimiento de la ciudad por la actual administación. Mucho se ha hablado de que se va a atraer el turismo, que llegarán empresas e inversiones y que se va a reactivar la construcción. Creo que todo esto puede quedarse en intenciones, pues ninguna inversión en la ciudad será viable si el Ibal no tiene la capacidad de asumir el suministro de los servicios de agua y alcantarillado, lo cual nos remite necesariamente al estado financiero de la empresa.
Agárrense que aquí vamos. El 1 de enero de 2016, infortunado día en que el mediocre Guillermo Alfonso Jaramillo asumió las riendas de Ibagué, según los estados financieros de la empresa el Ibal tenía una deuda financiera a largo plazo de $3.471 millones de pesos (Ver documento 3). Cuatro años después, a 31 de diciembre de 2019, dicha deuda había aumentado a $60.436 millones de pesos (Ver documento 4), es decir un crecimiento de la deuda de más de 1600%. Pongámoslo en mayúsculas: ¡Mil seiscientos por ciento! Con razón, los pasivos totales entre 2016 y 2019 crecieron en un 362% mientras que los activos solo lo hicieron en un 38,7%.
Pero hay más. Por mucho tiempo Jaramillo se ufanó de que los ingresos del Ibal habían crecido de una manera notable. Y ciertamente así fue. Los ingresos ligados a actividades ordinarias (es decir acueducto y alcantarillado) pasaron de $38.841 millones en enero de 2016 a $70.321 millones en diciembre de 2019, un crecimiento del 81%. Lo que le ocultó este sujeto a la ciudad, es que dicho crecimiento en los ingresos se había sustentado principalmente en incrementos en la tarifa, pero no por mayor eficiencia operativa o por que el número de suscriptores hubiera subido de manera importante. ¿No me creen?: Revisen sus facturas a ver si miento. De hecho, el aumento de suscriptores fue francamente mediocre, pues pasó de 131.895 en 2016 a 151.969 a cierre de 2019, o sea un crecimiento de solo 15%. Este temita de los suscriptores fue otra mentira que Girón le metió a la ciudad y a los bancos para apalancar sus famosas operaciones de crédito público, las cuales hoy nos cuestan un ojo de la cara y deben tener muy preocupados a los banqueros. Por cierto, el tema de las mentiras de los suscriptores ya lo había denunciado en 2018 (Ver: https://www.elolfato.com/las-dudas-sobre-el-nuevo-emprestito-del-ibal). Solo un ejemplo más del cáncer financiero que consume al Ibal: los intereses de esos créditos que dejaron Jaramillo y Girón han sumado de enero a agosto de este año casi $3.000 millones de pesos. Conclusión: ¡lo que no nos cuesta, hagámoslo fiesta!
Y como si todo lo anterior no bastara, al analizar las inversiones que se financiaron con dichos empréstitos, resulta que muchas de ellas no quedaron incluidas en el Plan de Obras e Inversiones Reguladas – POIR, lo que supone que en algún momento al Ibal le tocará revertir las tarifas y hacer cuantiosas devoluciones. ¿De dónde saldrán esos recursos? ¿Debería ya crearse una reserva para atender esa situación? Ahí tienen la trampita para haber mostrado crecientes ingresos y engatusar incautos.
Gracias a la pobre gestión de Jaramillo y su camarilla de ineptos, la situación financiera del Ibal es calamitosa. En particular, me he declarado enemigo de cualquier privatización o modelo en el que el municipio no tenga el monopolio de la empresa. Sin embargo, y considerando que el futuro de la ciudad entera depende del Ibal, creo que es necesario empezar a pensar en un plan B para evitar su quiebra, su intervención o que se empiecen a incumplir los compromisos con los bancos, a quienes al 31 de agosto de 2020 se les debían $63.363 millones de pesos. ¿Capital privado? ¿participación de personas naturales en su composición accionaria? Ahí les dejo la tarea.
Todo esto tiene un lado pintoresco y circense: Jaramillo “inauguró” con éxito el acueducto complementario. Aunque no salga ni una gota de agua y la inauguración haya sido una farsa ejecutada a punta de motobomba que muchos tontos todavía aplauden, hay que abonarle la creatividad. Mediocres pero creativos.
Post Data
Ya empezaron los cuestionamientos sobre el alumbrado navideño 2020 en Ibagué. Sin menoscabo de la lupa que hay que ponerle a este asunto para que la historia no se repita, creo que dada la situación fiscal del municipio y que miles de ibaguereños están en una situación económica extremadamente difícil, esos recursos se deberían destinar a ayudar a micro empresarios y a personas que hoy buscan una pequeña ayuda para tener capital de trabajo para reactivar sus negocios. Es cuestión de mera sensatez.