Como otra evidencia de las insalvables diferencias programáticas del Polo con Santos y con Zuluaga, por unanimidad, el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Polo dijo: “Es de la autonomía y conciencia de cada elector tomar su decisión, en el entendido de que el Polo es y será opositor al programa de los dos candidatos en competencia, los señores Santos y Zuluaga”. Y si se hubiera puesto en votación si el Polo, como partido, respaldaba a uno de ellos, el no habría ganado de lejos, como también ocurre en las direcciones departamentales. Luego el principal partido de la izquierda democrática se niega a ser vagón de cola de cualquiera de las opciones de la derecha.
Son muchas las razones que ha dado el Polo que sustentan por qué, como institución, no aprobó votar por Santos o por Zuluaga. En el lapso en el que compartieron el gabinete como ministros, no hubo decisión inaceptable de Uribe, sobre cualquier tema y de cualquier tipo, hasta la peor, que los dos candidatos no respaldaran y ejecutaran. En los asuntos económicos, que también son los del sufrimiento de la gente, nadie puede negar que coinciden en el ciento por ciento de las concepciones (“Confianza inversionista”). Algunos santistas han caído en el absurdo de poner las diferencias entre ellos en torno al Procurador, por el que, con el respaldo de Santos, han votado todos los senadores de la Unidad Nacional en dos ocasiones. Y es notorio que han gobernado con la misma clase política.
En relación con la violencia que lacera a Colombia, digamos, primero, que llevo más de cuarenta años rechazándola como manera de tratar las diferencias entre los colombianos y que el programa del Polo rechaza la lucha armada y propone eliminarla mediante acuerdos, por lo que respalda el actual proceso de paz. Pero no por ello el principal partido de la izquierda democrática puede volverse santista, ni cae en el juego de alcahuetear que se use la paz-violencia para ocultar las políticas retardatarias, práctica tan vieja como la polarización de los colombianos entre liberales y conservadores en el siglo XX, cuando el pueblo puso trescientos mil muertos mientras la élites de esos partidos hacían y deshacían, amangualadas, contra Colombia.
Desde Turbay, que creó la primera comisión de paz, todos los candidatos y presidentes –tal vez exceptuando a Samper, porque los medios se centraron en el Proceso 8.000–, López, Betancur, Barco, Gaviria, Pastrana, Uribe y Santos han usado la paz-violencia como cortina de humo para ocultar que han gobernado con el mismo programa que acaba con el agro y la industria, desemplea y empobrece, causa enfermedad y muerte, desnacionaliza lo que no arruina o anquilosa, concentra la riqueza y arrodilla el país ante las determinaciones de la Casa Blanca. Lo nuevo, entonces, no es que se manipule a los colombianos presentando como fundamentales las diferencias secundarias que tienen entre ellos como compadres que son, sino que se haya exacerbado esa astucia hasta llenar de miedo al país para llevarlo a votar en contra de uno de los dos demonios creados, de forma que, sin importar quien gane, ganen los mismos de siempre.
Y cuando los que nos negamos a escoger entre Santos y Zuluaga decimos que es respetable votar en blanco o no votar, salta una campaña de guerra sucia y matoneo que nos endilga la mentira de que vamos a votar por uno de ellos, falacia que por supuesto no nos hará abandonar nuestra escala de valores. Porque como el único voto respetable es el que se decide a conciencia, libremente, según las convicciones de cada uno, me traicionaría a mí mismo si por miedo tomara partido por lo que repudio. Quien logre ver el voto en blanco o el no votar como un valeroso voto de resistencia y castigo contra los mismos con las mismas, que no cede ante trampas descaradas, le hará un aporte valioso al proyecto de hacer de Colombia el país democrático, soberano y próspero que podría ser.
Coletilla: a mi juicio, Clara López viola lo acordado en el Polo sobre las elecciones presidenciales cuando llama a votar por Santos, y da como razones los temas de “pleno empleo”, “sistema de salud más humano”, “un nuevo desarrollo del campo” y “educación de calidad y gratuita en todos los niveles”, temas en los que el programa de izquierda del Polo es antagónico con el de derecha de Santos. Y cómo se equivoca cuando afirma que le “vamos a dar nuestro voto de confianza al presidente Santos”, uno de los presidentes menos de fiar de la historia de Colombia.
Senador.