Falta de sueño podría provocar trastornos metabólicos, genéticos, cardiovasculares y respiratorios
El sueño es una de las funciones mentales más importantes: es un complejo proceso biológico que nos ayuda a sintetizar la información nueva que obtenemos durante el día y es un factor clave para mantenernos saludables y tener una buena calidad de vida.
Tanto es así que, de acuerdo con el doctor Franklin Escobar Córdoba, experto en medicina del sueño, pasamos entre 15 y 20 años dedicados a este ciclo reparador: dormir.
“El sueño es tan importante que una tercera parte de la vida la ocupa el ciclo sueño-vigilia. Es decir que, mientras dos terceras partes estamos en estado de alerta, una tercera parte de la vida –entre 15 y 20 años– estamos en situación de sueño”, indicó el profesional.
Durante el sueño se realizan muchas funciones de reparación y crecimiento de los tejidos, como por ejemplo en los huesos, además de respuesta a virus y enfermedades, regulación de procesos inflamatorios, liberación de hormonas muy importantes como la del crecimiento y la leptina y la grelina, que regulan el apetito y la saciedad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó, sin embargo, que existen 88 tipos de trastornos del sueño identificados que pueden afectar todo lo anterior.
Entre ellos, los más comunes son el insomnio crónico y el transitorio, que afectan al 10 y 40% de la población mundial.
Así pues, los problemas del sueño pueden ocasionar trastornos metabólicos, genéticos, cardiovasculares y respiratorios, entre otros.
Por ejemplo, una investigación adelantada en 2016 por la Universidad Javeriana en Bogotá, Santa Marta y Bucaramanga, evidenció que el 59% de los consultados tenía problemas de sueño, el 49% tenía sobrepeso y el 14% obesidad.
Además demostró un vínculo del 70 al 95% entre las enfermedades del corazón y la apnea del sueño.
Tenga entonces en cuenta que un sueño saludable es aquel que permite levantarse descansado y listo para afrontar el día siguiente. El buen sueño comienza de forma natural, es decir sin ayuda de medicamentos o de sustancias como el alcohol, por ejemplo, y también cuando la persona está tranquila, sin llevarse a la cama las preocupaciones del día, en un ambiente agradable y sin demasiados alimentos en el estómago.
En promedio, un recién nacido duerme entre 14 y 17 horas diarias. Los niños de 3 a 5 años deberían dormir entre 10 y 13 horas. De 6 a 13 años entre 9 y 11 horas. Los adolescentes entre 8 y 10 horas.
Los jóvenes que van a la universidad se espera que duerman entre 7 y 9 horas, y en los adultos –entre 26 y 65 años– el promedio de sueño que se considera normal es de 7 a 8 horas.