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Ser hincha del Deportes Tolima es más que llevar una camiseta granate o gritar un gol hasta quedarnos sin voz. Es entender que la verdadera grandeza no depende de los recursos o los reflectores, sino de la pasión, la entrega y la voluntad de superar cualquier adversidad. Nuestro equipo, el Vinotinto y Oro, es el ejemplo perfecto de que la determinación puede vencer cualquier obstáculo, sin importar su tamaño.
Estamos a las puertas de otra final, enfrentando a Atlético Nacional, un equipo con una historia de trofeos y presupuesto que parece inalcanzable. Pero en estas instancias, el fútbol se convierte en algo más profundo que estadísticas o nóminas millonarias. Es una batalla de valores, de resiliencia, de lucha incansable, y ahí es donde el Tolima brilla.
No es la primera vez que nos enfrentamos a este gigante, y no es la primera vez que hemos demostrado que podemos tumbarlo. En el fútbol, como en la vida, ser el “David” en la historia no es una desventaja; es una oportunidad para demostrar que las cosas imposibles se logran con coraje, disciplina y, sobre todo, fe.
El Tolima es el reflejo de los valores que caracterizan a nuestro departamento. Somos un pueblo que sabe de trabajo duro, de madrugadas en el campo y de noches largas soñando con un mejor mañana. Somos resilientes, con una capacidad única para levantarnos ante la adversidad. Somos solidarios, llevando el peso de nuestros sueños como una comunidad unida, porque aquí nadie lucha solo. Y, sobre todo, somos orgullosos de nuestra tierra, de nuestro café, de nuestra música, de nuestra gente.
Esta final no solo es una disputa por un título; es la oportunidad de recordarle al país que los sueños no tienen límites, que un equipo con menos reflectores puede iluminar con más fuerza. Es la representación de cada pequeña empresa que se enfrenta a corporaciones gigantes, de cada joven que persigue un sueño a pesar de las voces que dicen “no se puede”.
Hoy, más que nunca, Tolima es el ejemplo de que todo se puede lograr con trabajo y humildad. Por eso, como hincha, como ibaguereño, estoy lleno de orgullo. Porque nuestro equipo, como siempre, saldrá a la cancha con el corazón en la mano, llevando a un departamento entero en los hombros.
Así que vamos, Tolima. Una vez más por la hazaña. Una vez más para demostrar que, con esfuerzo y corazón, todo es posible.
