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De dormir en un andén a fabricar artesanías: el relato de una espinaluna en Ibagué

Este es uno de los millones de casos que existen en nuestro día a día, pero que -en muchas ocasiones- no somos capaces de percibir.
Ibagué
Autor: Redacción Ibagué
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Redacción Ibagué
De dormir en un andén a fabricar artesanías: el relato de una espinaluna en Ibagué

Es indiscutible la difícil situación de pobreza y abandono por la que pasan miles de personas en Colombia y en el mundo. Esta es una de esas tantas historias que se encuentran ocultas en nuestro día a día.

Se trata de Luz Perla Avilés, una espinaluna a quien la vida la llevó a dormir en un andén y cuyo abrigo en las noches era un trozo de cartón.

“Yo nací en El Espinal, pero desde los 18 años, más o menos, estoy viviendo aquí en Ibagué. Terminé en la calle porque mi familia me botó, ya que no me porté bien con ellos y me despreciaron”, contó.

De acuerdo con Avilés, todo sucedió a raíz de un falso amor, quien se encargó de maltratarla, humillarla y dejarla -literalmente- en la calle.

“Di con un hombre marihuanero que no me quería y me daba pata y puño”, lamentó.

Desde entonces, su vida se fue en picada. Pasó de tener las comodidades de su casa: una cama, un techo y las tres comidas, a terminar viviendo en el peligroso parque de Andrés López de Galarza.

“Tenía que vivir en la calle. Me encontraba a personas conocidas, quienes me dejaban quedar en las casas algunas veces, no siempre. Estuve aguantando hambre y frío”, dijo.

La mujer recordó esa amarga época de su vida, en la que, según su relato, fue obligada a consumir drogas, entre otras cosas, por los hombres que se encontraban en la misma condición.

“Los hombres me ponían a consumir drogas. La calle es muy dura para una mujer, porque uno corre muchos peligros”, sostuvo.

Luego de pasar por cientos de dolorosos momentos, al fin encontró una luz, quizás esa luz que lleva por nombre, la misma que la impulsó a salir de ese infierno en el que se encontraba.

“De una forma u otra terminé al hogar de paso para mujeres habitantes de calle de la Alcaldía de Ibagué”, señaló.

Allí, comenzó a comer de nuevo, a sentir la comodidad de un colchón, la suavidad de una cobija, y sobre todo, a sentir lo que era estar realmente acompañada, pues en este lugar habitan otras cuantas mujeres que vivieron situaciones similares a la suya. (Ver: Mujeres habitantes de calle tendrán hogar de paso en el barrio Interlaken de Ibagué)

“Esto me cambió la vida. Ahora tengo el desayuno, el almuerzo y la comidita. Ya no vivo en la calle y ya no consumo drogas”, agradeció.

De hecho, aprendió cosas valiosas, como a fabricar artesanías: aretes, manillas, collares, jabones, entre otras cosas.

Ella, como una Perla brillante, empezó a surgir nuevamente y a vivir, todo gracias al apoyo que ha recibido de muchas personas.

“La gente nos apoya y nos compra los productos. Lo que más vendemos son los jabones naturales de esencia de vainilla y de fresa”, explicó con orgullo.

Historias como estas hay por montón, en cualquier esquina en la que damos vuelta y donde sea que vayamos. Por ello, antes de salir de casa, no se les olvide llevar siempre la empatía.

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