‘Scrap’: el grafitero ibaguereño que construye sentido de pertenencia en la ciudad por medio del arte
Maravillosas. Así son las obras de arte de Camilo Mahecha ‘Scrap’, un escritor de grafiti quien dedica su vida a construir sentido de pertenencia en Ibagué por medio de sus expresiones artísticas.
Tiene 23 años y 10 de ellos los ha dedicado a esta labor. Y, aunque empezó de forma empírica, actualmente se encuentra estudiando los últimos semestres de diseño gráfico.
El inicio de un gran artista
“Empecé en el grafiti porque en donde vivo y donde crecí anteriormente era un barrio popular y muy marginal, pero en cierta parte había muchos chicos con mucho tiempo libre, entonces empezaron a haber grupos”, contó.
Allí se formaron distintas agrupaciones como: raperos, gimnastas, bailarines de break dance y “entonces ahí me di cuenta de que había un movimiento y que algo pasaba. Entonces a mis 13 años quise ser parte de eso y empecé a bailar break dance”.
A raíz de esto, conoció lo que años más tarde se convertiría en su trabajo formal: el grafiti.
“Me di cuenta de que en el barrio hacían líneas, trazos y de que algo muy chévere (agradable) pasaba. Al inicio tenía miedo de hacerlo porque no es lo mismo estar en el papel a pasarlo a una pared”, dijo.
Su madre es considerada por él como “la primera persona que me dio el apoyo y me dijo: inténtelo no está de más, si ellos pueden usted porqué no”.
Así empezó su vida como escritor de grafiti. Pasó del papel a la pared pintando su habitación, su sala, el garaje y la cocina, en pocas cuentas, su casa era un museo de arte elaborado por él mismo.
“Mi mamá optó por una medida que ojalá muchos la aplicaran, y es que ella por verme ocupado en casa y aprovechando mi tiempo libre de la mejor manera, entonces me dejó pintar la casa”, explicó.
Todo es un proceso en la vida, por ello su arte iba evolucionando cada vez más, pasando de su casa a la calle.
Al inicio no tomaba este arte como algo más allá de un juego, “yo decía como: quiero salir a pintar grafitis porque quiero reconocerme por donde yo pase. No me importaba que la gente opinara si era bonito o feo, simplemente quería ver mi firma por todos lados”.
Desde entonces comenzó a explorar nuevas técnicas y estilos. Para luego, a sus 18 años, tomarlo como un trabajo formal.
“Y la gente me decía: hey, necesito que en mi barbería me pinte tal cosa. Entonces empecé a ver de que ya era un estilo de vida, ya no era un hobby ni un gusto, sino algo más serio”, expresó.
Más que un gusto, es un estilo de vida
A esa misma edad, logró su primer trabajo estable y legal con la alcaldía de Ibagué.
“Desde ahí hasta mis 23 puedo decir que mi vida ha cambiado totalmente y es gracias al grafiti. Las cosas se me han dado muy bien, he podido conocer y aprender de muchos artistas”, dijo con orgullo.
Es reconocido, no solo en el municipio y la región, sino también a nivel nacional, “ya que Ibagué es muy pequeño y hay muy pocos artistas de grafiti, entonces esto puede ser un ‘plus’ (algo adicional)”.
‘Scrap’ ha sido invitado a diferentes países, pero únicamente ha tenido la oportunidad de viajar a México y Ecuador a representar al país.
Anteriormente, ser un escritor de grafiti no significaba nada para el artista, ya que “solo quería salir, rayar y pintar. En este momento, este tipo de cosas y esa esencia, no voy a decir que no se siga haciendo, pero la importancia de ahorita es empezar a crear comunidad, generar un tejido social y crear un sentido de pertenencia”.
Este tipo de arte ha sido muy estigmatizado por la sociedad desde sus inicios, “y esto siempre ha venido siendo y siempre será lo mismo por la herramienta del aerosol. No es cliché, pero es el pan de cada día ir con los aerosoles y de una vez llaman a la Policía así tenga el permiso”.
A pesar de que pintar ya no es algo que haga por entretenimiento, se ha convertido en un motivo para amar más la ciudad que lo ha visto crecer como artista, y en incentivo para que los demás ibaguereños y turistas aprendan a amarla y cuidarla como lo que es: 'La ciudad musical de Colombia'.
Por ello, gran parte de sus obras son en representación a músicos que han dejado en alto el nombre de la ciudad.
“Ya no pinto tanto para mí sino para más por un sentido de pertenencia por la ciudad, para crear un impacto más que solo sea mi trabajo, y que la gente se aproveche de esos espacios”, manifestó.
Su reconocimiento se lo debe a simplemente dedicarse a pintar y ser constante, “y ahora lo veo como un estilo de vida. Yo jamás me imaginé vivir del grafiti y que me pagaran por pintar”.
Finalmente, el artista considera que en la capital tolimense hay muchas oportunidades para quienes deseen aprender o fortalecerse en este tipo de arte.
“Ahora hay muchas posibilidades porque, así como tengo colegas que llevan talleres y procesos de grafiti, yo también los tengo y esta es una herramienta buena que los chicos que estén interesados deberían aprovechar”, concluyó.