Sin empezar la recta final para las elecciones de octubre, en especial lo referente a la alcaldía de Ibagué, lo que se advierte en el horizonte es que los partidos tradicionales, Conservador y Liberal, están consolidados con sus candidaturas y está por verse si con los electores.
Las fuerzas alternativas, como su nombre lo indica, son tan diversas, dispersas, sin identidad monolítica, que concluyen en una candidatura, que está más en el allá que en el acá. El Centro Democrático, tradicionalmente en las elecciones regionales sin mucho peso buscó más el estrato social que el arraigo popular, algo que lo fastidia.
El reducto de Cambio Radical en cabeza de Emilio Martínez como ha sido costumbre en las últimas elecciones está prestó es a negociar, lo cual le ha dado réditos pero ya son más los que se aparta de ese método que los que quedan. Por su parte el alcalde, “luchador” empedernido contra la corrupción, escogió a alguien que es acólito con la iglesia pero que a la hora de contratar es un lucifer.
El partido Conservador quedó en manos de Andrés Fabián Hurtado, de amplia trayectoria en lo público y de reconocida labor ejecutora.
El partido Liberal escogió a un muy buen prospecto pero su liderazgo al interior del Concejo de Ibagué, dejó mucho que desear pero por lo menos no quiere dejar morir a su partido sin luchar como lo hizo su jefe político. Camilo Delgado sabrá entender que si por ahora las cosas no se dan, el futuro enarbolando los ideales de antaño con fusión nueva, le dará réditos.
Alfredo Bocanegra Varón, su actividad política se ha centrado en recorrer a Ibagué, porque la conoce, su experiencia administrativa y política lo pone en el partidor como una opción a tener en cuenta, independientemente del movimiento o partido político que le otorgue el tan ansiado aval.
Hugo Ernesto Zarate, designado por las fuerzas alternativas como su candidato con la misión de conquistar el cariño de Guillermo Alfonso Jaramillo ante el presunto desplome de Alberto Girón, no tiene la fuerza ni es alternativa. Su discurso político no le dice nada a las nuevas generaciones y su pasado bueno o malo, no lo conocen.
Del candidato del Centro Democrático no puedo decir mucho porque no lo conozco, como creo que tampoco conoce la ciudad a pesar de cuarenta años en todas las Juntas Directivas con asiento en la capital Musical.
Hay muchos nombres más que podrían estar, unos serios y otros que juegan como la última carta para el último momento haber donde los colocan. Nombres que han sonado para el senado, cámara, gobernación, alcaldía y terminan apoyando la ignorancia supina de alguna despistada candidata y otros, que simbolizan la deshonestidad, que son agiles en la contratación, que su camuflaje les da para no ruborizarse a pesar que su propio padrino lo pone en evidencia, que obnubilan montañeros y que es el personaje ideal para dejarlo como heredero, pues al fin y al cabo, es el apropiado para tapar las múltiples descachadas que la actual administración dejará como estela.
“Donde el diablo no puede meter la mano, mete la punta del rabo”, en esta frase, se resume el ideal del nefasto personaje, que nuestro alcalde, desea dejarnos.
Esperemos que una vez se conozca en definitiva los candidatos podamos centrarnos en lo importante, en lo relevante, en la propuestas contra el desempleo, seguridad, la movilidad, el desarrollo empresarial, en revisar las cargas tributarias, en proyectar a Ibagué sin tanto aspaviento de apoyo internacional que no se ha visto, en programas sencillos pero realizables. Que el populismo barato de campaña no termine solo en “parquecitos” y en estoperoles.
Ibagué requiere con urgencia una alianza entre lo público y lo privado, porque como dice el adagio popular, el diablo está vivo y es puerco.