Con la ley de garantías se han hecho manifiestos algunos comportamientos políticos, que si bien no son nuevos, si son grotescos y para los demócratas deberían causar vergüenza.
Me refiero a la actitud cínica, hipócrita y traicionera de los Judas de la política, con el problema que los subalternos han aprendido la lección de sus jefes.
¿Qué hacen? Cuando el jefe político exige su cuota por el apoyo a un mandatario electo, lo hace con vehemencia y amenazas si es necesario. Además, le exige a su recomendado que la obediencia es únicamente para él, no para el mandatario que lo contrata.
Un gobernante conforma así un equipo con funcionarios que tarde o temprano lo traicionarán. Es verdad que algunos son excelentes trabajadores, pero la mayoría no se comportan así.
Cuando son nombrados al iniciar el periodo del mandatario, se muestran leales, cumplidores, disciplinados y en ocasiones, aduladores. Pero siguen obedeciendo, antes que al mandatario, a su jefe político.
Incluso le pasan información privilegiada que aún no es pública para beneficio del grupo político o de su jefe. De esta manera ellos no ayudan a gobernar una ciudad o región para el beneficio colectivo sino a favorecer intereses particulares.
Lo peor ocurre al final de los gobiernos cuando opera la ley de garantías. Muchos funcionarios ya no cumplen con sus tareas, sólo les preocupa ayudar a la campaña electoral del que les consiguió el empleo.
Si les toca obstruir la labor gubernamental, lo hacen, ya sea atendiendo mal al público, incumpliendo obligaciones o hablando mal del gobernante. Saben que la ley los hace casi impunes y que su jefe político, para protegerlos, gritará a los cuatro vientos que hay persecución política.
El país está inundado de personajes de esta calaña. Se encuentran en todos los niveles. Son sanguijuelas que chupan la sangre del erario y lo escupen una vez han saciado sus apetitos mezquinos.
Son cínicos y desleales. Son los verdaderos farsantes de la politica, los maestros del engaño, de la puñalada en la espalda. Han hecho politiquería con la traición en el alma y no sienten pudor por su accionar en contra de los intereses de los pobres y vulnerables que dicen defender.
No les interesa la ciudad ni la región, solo anhelan su presupuesto para lucrarse y su burocracia para repartirla sin ninguna verguenza entre sus amigos y seguidores.
Estamos en campaña electoral, por eso estos personajes, reales lobos feroces se disfrazan de mansas ovejas para recaudar votos para sus oscuros intereses.
Hay que estar alerta con estas rémoras que andan prometiendo salvar la ciudad, el país y la sociedad pero únicamente buscan engordar siempre sus bolsillos, esquilmar el erario público, engatusar a los ciudadanos incautos y salvarse ellos ¡Cuidado, están donde menos lo imagine, a lo mejor a su lado y no se ha dado cuenta!