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“Los ingenieros no estamos para demandar, estamos para ejecutar las obras”, dice el contratista que logró sacar adelante el Hospital Veterinario de la UT

Se trata William Cardona, un joven ingeniero ibaguereño que pudo concluir un proyecto que parecía ser otro ‘elefante blanco’ más de la capital tolimense.
Ibagué
Autor: Redacción Ibagué
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Redacción Ibagué
Los ingenieros no estamos para demandar, estamos para ejecutar las obras”, dice el contratista que logró sacar adelante el Hospital Veterinario de la UT
Foto: Universidad del Tolima - Hospital Veterinario

En Ibagué pocas veces ocurre que un contratista cumpla con la ejecución de un millonario proyecto oficial y que, la entidad contratante, en este caso la Universidad del Tolima, lo exalte públicamente por el compromiso y la calidad de las obras.

Esto ocurrió con el ingeniero ibaguereño William Cardona, quien logró sacar adelante lo que en un momento era otro ‘elefante blanco’ más de la capital tolimense: el Hospital Veterinario Bernardino Rodríguez. (Ver: Universidad del Tolima inauguró su moderno Hospital Veterinario en el sur de Ibagué)

EL OLFATO habló con él sobre el desarrollo de este importante proyecto sanitario que tiene orgullosos a los estudiantes y directivos de la Universidad del Tolima.

EL OLFATO: ¿Por qué decidió buscar una solución para sacar adelante este proyecto y no irse a un proceso en contra de la UT como suele ocurrir en el sector público?

Wiiliam Cardona: Considero que nuestra función como contratistas de obra para el sector público es materializar los proyectos que conciben las entidades, detrás de los cuales hay un beneficio directo a la sociedad; por lo que siempre debemos tratar de encontrar una solución para entregar lo que nos confían. Mi propuesta siempre fue conciliatoria, afortunadamente, logré ser escuchado y encontré personas que pensaban igual, atendiendo a un interés general y en especial, en lo mejor para la UT. Sabía que, si todos hacíamos el esfuerzo y tomábamos las decisiones adecuadas, podíamos sacar esto adelante. Una demanda es la última opción, es algo eterno y que a la larga significa el fracaso de un proyecto. Los ingenieros no estamos para demandar, estamos para ejecutar las obras, cumplir con nuestras obligaciones y contribuir al desarrollo de proyectos que impacten positivamente a la sociedad.

¿Qué significaba para usted este proyecto?

Para mí significa el reto más grande que he enfrentado; me permitió comprender que, con profesionalismo, paciencia, prudencia y mucha fe, todos los problemas se pueden superar. Fue una apuesta riesgosa por el valor que tuve que aportar, pero gracias a la voluntad de todas las partes se llegó a feliz término.

¿Midió el impacto social y la confianza que le dio la UT?

Claro que sí. Este proyecto, desde el inicio, tuvo la atención de varios sectores. La Universidad se esforzó -por muchos años- para conseguir los recursos y obtener los respectivos permisos, tengo claro que la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia es de las más tradicionales e importantes de la Universidad del Tolima, y este espacio de formación se constituía en una ilusión para muchos estudiantes y profesores. La confianza de la Universidad del Tolima, en cabeza del doctor Ómar Mejía, fue muy grande; fue mi motivación para llevar la ejecución del proyecto a un punto más alto de lo esperado, cuidando los detalles y haciendo de cada espacio interior y exterior lo más cómodo y agradable posible.

Me imaginaba siendo un usuario, profesor o estudiante, recorriendo las diferentes áreas y pensaba mucho sobre lo que me gustaría encontrar. Me llamó la atención el comentario de una de las personas que asistió a la entrega y dijo que se sentía como en un hotel, al recorrer las diferentes zonas, en especial las exteriores (caminos y terrazas); es algo que describe las sensaciones de quienes lo visitan o habitan, es un lugar acogedor. Además, fui formado en la Universidad Nacional, tengo un gran compromiso con la educación pública, sentía que culminar el proyecto era una forma de retornar algo de lo mucho que recibí. Conozco de las deficiencias de la infraestructura educativa pública a nivel regional y nacional, a pesar de contar con excelentes docentes y alumnos que se someten a un estricto proceso de admisión, por lo que siempre se cuenta con buena gente y muchas ganas, nos quedamos cortos en espacios adecuados para la formación.

¿Cuánto tiempo estuvo abandonada la obra y cómo fue el reinicio de la misma?

La obra fue suspendida por última vez en mayo del 2016 y duró en ese estado hasta finales del año 2018. Desde la llegada del doctor Mejía a la rectoría de la UT, en el segundo semestre del 2016, se inició una serie de requerimientos y de audiencias para exigir el cumplimiento del contrato; a lo largo de 2 años se realizaron pruebas, se tomaron testimonios, se hicieron peritajes y en el segundo semestre del año 2018, cuando ya se tenía todo el soporte documental, se aceptó mi propuesta como integrante del consorcio, en la cual asumí la responsabilidad de culminar el proyecto, aportando los recursos que fueron desviados por la anterior administración, en el año 2015.

Yo acepté trabajar así, mientras que continúan las investigaciones que permitan recuperar los dineros desviados. También me comprometí a ejecutar los recursos con los que aún contaba la UT, sin anticipo de obra, y con un nuevo equipo de supervisión e interventoría. Adicionalmente, se nombró un comité de seguimiento conformado por diferentes directivos de la UT para que cada mes visitaran la obra y verificaran el cumplimiento de las obligaciones.

¿Cuántas personas trabajaron en este proyecto y en cuánto tiempo lo terminaron después del reinicio?

La obra contó con un promedio de 50 trabajadores, durante nueve meses de ejecución, trabajando en diferentes frentes y con horarios extendidos.  El proyecto, por su diseño y por estar conformado por varios edificios, permitió optimizar el rendimiento de las cuadrillas.

¿Notamos que el Hospital tiene muy buenos acabados y hay mucho cuidado en los detalles?

Sí, es algo que ha llamado mucho la atención. Conformamos un equipo especial de profesionales para la verificación de acabados y el rediseño de las zonas exteriores; siento que se cumplió el objetivo, la gente esta muy contenta con el resultado. Sumado a lo anterior, el proyecto fue diseñado y construido con los mismos elementos y estándares de calidad que garantizan la seguridad y confort de los pacientes, médicos, estudiantes y visitantes en los proyectos hospitalarios para humanos, dado que, para la construcción de hospitales veterinarios no existe un marco legal establecido.

¿Qué es lo que más destaca del proyecto a nivel de infraestructura?

Considero que es un proyecto único a nivel nacional, todo se pensó en grande; los espacios son generosos y diseñados para la docencia y la puesta en práctica del conocimiento adquirido por los estudiantes. Puede albergar muchos pacientes que requieran diagnóstico, atención y cuidados especiales. Posee elementos particulares de conectividad que posibilitarán la transmisión en vivo de lo que se hace en los diferentes servicios. Seguro será un referente para la construcción de clínicas y hospitales veterinarios. Médicos especialistas de las diferentes áreas, con mucho bagaje y que han visitado la obra, consideran que es un proyecto que se sitúa muy alto a nivel de Latinoamérica, en especial por los servicios de diagnóstico, hospitalización, así como cirugía para equinos y grandes animales.

Durante la inauguración, el rector Ómar Mejía le hizo un reconocimiento público... ¿Cómo se sintió? Pocas veces se ven este tipo de cosas...

No lo esperaba, fue muy especial para mí; sus palabras me llenaron de mucha emoción, al igual que el reconocimiento del doctor Diego Echeverry -director del Hospital- ese mismo día. Siento que valoraron el gran esfuerzo que hizo todo mi equipo de trabajo, los profesionales y cada uno de los trabajadores, las trasnochadas y angustias; de alguna manera, era lo que esperábamos, que se sintieran a gusto, que supieran que hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance.

Entre el público, el día de la inauguración, estaban sus padres... En la UT decían que para usted este proyecto fue como un grado de pregrado...

Mis padres me apoyaron en todo sentido, vivieron también momentos difíciles cuando se enteraron de las dificultades por las que estaba pasando por este proyecto y quería que me acompañaran en ese día tan especial, estaban muy contentos. Para mí, más que un pregrado fue un doctorado en contratación pública y resolución de conflictos o algo similar. Fueron casi 4 años -desde que iniciaron los inconvenientes en el proyecto- y ese tiempo fue un proceso de aprendizaje constante, un reto profesional y personal; el objetivo fue siempre buscar una solución que atendiera a las necesidades de la comunidad educativa y especialmente, a la sociedad y las necesidades de los pacientes. Considero que todos esos esfuerzos se ven hoy día reflejados en el Hospital Veterinario.

¿En qué van las investigaciones por las presuntas irregularidades detectadas en la primera parte de la ejecución del proyecto?

Son procesos que han sido lentos por la recolección de pruebas y el sin número de investigaciones y procesos que deben atender los diferentes entes de control, creo que cumplí con mi obligación de denunciar oportunamente y entregar las respectivas pruebas, imagino que ya con el tiempo se darán los resultados a ese nivel.

¿Usted por qué se asoció con los otros ingenieros que lo dejaron colgado en esta obra?

En nuestro medio es necesario y muy normal generar asociaciones, a través de consorcios y uniones temporales, que permitan unir esfuerzos de una forma eficiente para ejecutar los proyectos públicos, aprovechando la pericia y los recursos de cada parte en su área de especialización. Además, pese a que cumplía con los requisitos para presentarme solo, no lo consideré prudente, porque en esa época me la pasaba en Antioquia, ejecutando una serie de colegios y parques educativos en la administración del exgobernador Sergio Fajardo; por lo que decidí  asociarme para distribuir mis cargas y responsabilidades y, sobre todo, atender oportunamente cada uno de los proyectos con los que me había comprometido.

Por eso, acepté la propuesta de conformar un consorcio y por lo mismo acepté que la representación legal la ostentara uno de los socios, sin imaginarme los malos manejos e irregularidades que se presentarían. Apenas detecté que algo andaba mal con el manejo de los recursos, informé a la UT, coloqué las respectivas denuncias y sucedió lo que ya sabemos, la ejecución de la obra se suspendió y pasaron varios años hasta que todo se aclaró y se pudiera culminar el proyecto.

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