En Tolima, los jóvenes ‘ninis', aquellos que ni estudian ni trabajan, al igual que en el panorama nacional, representan un desafío crítico que amenaza con condenar a una generación a la inactividad. Aunque el departamento es rico en tradición y cultura, muchos jóvenes ven marchitar sus oportunidades en un mercado laboral que no les ofrece las herramientas necesarias para prosperar.
A nivel nacional, la situación ya es alarmante: más del 25% de los jóvenes de 18 a 24 años en Colombia están en esta categoría, una de las cifras más altas entre los países de la OCDE. Esto dificulta la transición de los jóvenes desde la educación hacia el mercado laboral, con tasas de desempleo que superan la media nacional y duplican las de otros países desarrollados.
El Tolima aún tiene la oportunidad de evitar convertirse en departamentos donde las cifras de ‘ninis' son alarmantes, como es el caso de Chocó y Amazonas, donde casi 9 de cada 10 jóvenes entre 18 y 24 años están inactivos (según el Dane). Incluso, en regiones con altos índices de competitividad, como Antioquia y Bogotá, las tasas de desempleo dentro de esta población son preocupantes.
El Tolima tiene la oportunidad de transformar esta crisis en una oportunidad, aprovechando su potencial cafetero y sus recursos locales. Para ello, la educación vocacional y técnica se perfila como una solución integradora. La tecnología aplicada a la agricultura hasta la creación de startups que transformen productos locales en marcas reconocidas, puede ser una posibilidad de crecimiento y desarrollo, por nombrar alguna.
Imaginemos un Tolima donde los jóvenes aprenden tanto en las aulas como en los cafetales y talleres de artesanía, integrando la tecnología y la innovación en su formación, a través, por ejemplo, de "Centros de Innovación Rural" como la reciente “Escuela del Café” en el municipio de El Líbano. Estos espacios proporcionan un ambiente de colaboración entre jóvenes, agricultores y empresarios, que necesariamente impulsarán la economía local.
Para ello resulta necesario fortalecer la orientación vocacional desde temprana edad. Los jóvenes debemos ser conscientes de las oportunidades que nos rodean y recibir orientación para desarrollar las habilidades necesarias que nos permitan aprovecharlas al máximo. Talleres de emprendimiento, mentorías con líderes locales y programas de intercambio pueden ser de nuestro provecho para encontrar ese mundo de posibilidades que nos ayuda en la construcción de un proyecto de vida sólido.
Las Universidades tienen un papel fundamental en este proceso. Deben replantear su papel y propender por un rol más activo en la orientación de la juventud tolimense, asegurando que la formación que recibimos esté alineada con las necesidades del territorio en sus dimensiones productivas, culturales y étnicas. La vinculación entre educación y empleo debe ser sólida, con políticas que promuevan la integración efectiva de los jóvenes en el tejido productivo y cultural del Tolima.