Esta semana, los estudiantes, los profesores (de planta) y los egresados de la Universidad del Tolima participarán de un gran laboratorio político-formal denominado “Consulta para la elección de Rector”: un genuino acto de simulación de unas elecciones corrientes pero con la diferencia de que, independientemente de quien gane, el resultado no será tenido en cuenta. (No será vinculante, en jerga “técnica”).
El experimento se puede resumir de esta manera: la Universidad del Tolima convoca a sus estamentos a hacer el amor, pero a condición de que no tengan orgasmos.
Se trata de un procedimiento realmente obsceno: la anorgasmia política a que es sometida la comunidad universitaria a través de la “consulta” servirá para legitimar la elección - esa sí vinculante - de su desmesurado cuerpo directivo.
El problema fundamental, a mi manera de ver, es que toda esta orgía democratera se desarrolla en el escenario de la peor crisis de la Universidad del Tolima en sus 60 años. A su entierro, nos invitan quienes han puesto todas las velas: Herman Muñoz, Germán Rubio y el Consejo Superior.
Por eso comparto parcialmente el análisis del profesor Ramiro Galvez, quien promueve una tercera opción, la del voto en blanco:
“La fuente de la más grave crisis de la Universidad, cuya línea de inflexión se remonta a la administración Machado, está estrechamente enlazada al paulatino abandono, por la dirección institucional, del compromiso con el cumplimiento de la misión institucional, con el abandono de los principios universitarios y la defensa del interés público.
En su lugar han venido primando los intereses de la politiquería tradicional de derecha y de ‘izquierda’.
La nota dominante hoy es el predominio de una frondosa y costosísima capa burocrática incrementada súbitamente en la encargatura del doctor Héctor Villarraga y repetida por la actual administración Muñoz, origen del monumental déficit presupuestal y financiero que hoy amenaza con el cierre de la alma mater tolimense.
La comunidad universitaria no puede olvidar que los aspirantes actuales al cargo de rector han sido parte integral de otra nefasta administración que se prolongó por 12 largos años, la del inefable Jesús Ramón Rivera, quien hoy, en compañía de otros viudos del poder, azuza la caída de Muñoz.
Por tanto los actuales aspirantes no pueden alzarse de hombros fingiendo que la ‘dicha crisis’ no tiene nada que ver con ellos.
En consecuencia, una actitud realmente coherente con la defensa del interés público en la UT debe conducir a rehusarnos a votar por cualquiera de los aspirantes actuales a ocupar el cargo de Rector. La pertinencia del voto en blanco en esta oportunidad enviará al CSU un mensaje preciso: no confiamos en ninguno de los candidatos en liza.”
En mi opinión, hay una opción más, distinta entre Muñoz, Rubio y el voto en blanco, una que no apunta a legitimar el simulacro de la “democracia”, y que reclama para sí la dignidad de la participación y los valores universitarios que anota el profesor Galvez.
De esa opción nadie ha hablado pese a que el pasado 25 de agosto, los estudiantes de Ingeniería Agronómica “dieron cátedra” para obligar a las directivas a entablar diálogo con ellos. Me refiero a la opción de aplazar las elecciones.
En asamblea, los estudiantes decidieron de manera autónoma “aplazar de forma pacífica y contundente las elecciones a decanatura de la facultad, debido a la falta de garantías democráticas para un debate electoral” y a la indiferencia de la administración con su pliego de peticiones, centrado en las graves problemáticas de la Granja de Armero.
Sólo hasta que la actual administración de la facultad le dé salidas a su petitorio, y hasta que los candidatos (y su administración entrante) se comprometan con ellos, darán vía libre al proceso para la elección de un nuevo decano, en el que participarán activamente.
Hasta ahora, la noción de autonomía ha sido aprovechada de manera perniciosa por las direcciones universitarias, para dar la espalda a la comunidad y actuar de manera irresponsable al servicio de sus propios intereses. La actual crisis de la UT no se puede explicar de otra manera.
Pareciera que para lo único que existe la comunidad universitaria es para votar y para sufrir los subsiguientes malos gobiernos universitarios. El lema es: bonanza para ellos, austeridad para todos.
Creo que este es el momento de dar una verdadera lección de autonomía a quienes hasta ahora la han considerado una prerrogativa suya. La crisis está a punto de abrir una oportunidad a la participación democrática real.