Los colombianos están felices por la participación de la Selección Colombia en la Copa del Mundo después de dieciséis años de ausencia. Este hecho es motivo de orgullo general, no solo porque se acelera el corazón al escuchar las notas del himno nacional cuando el onceno salta a la cancha, sino que se convierte en una oportunidad de negocio para muchos compatriotas.
Bares, restaurantes y tiendas de barrio organizan actividades para atender a sus clientes en los días de partido claves, en tanto que artesanos elaboran banderitas y gorros arlequines, y vendedores ambulantes se guerrean en las calles vendiendo pelucas tricolor y camisetas en todas las tallas y colores.
Las familias, amigos y compañeros de trabajo se reúnen en un ambiente festivo para disfrutar de un buen plato futbolero, comentar las jugadas y enviarle consejos al director técnico y cualquier sitio es propicio para hacer fuerza a nuestros jugadores y rogar porque conviertan un gol.
Pero cuando llega la victoria, asoman los desmanes, ebrios al volante y heridos. El pasado sábado se presentaron en las principales ciudades del país, múltiples accidentes de tránsito, afectación a locales comerciales y lo peor, varios muertos. Solo en Bogotá se presentaron nueve decesos en diferentes circunstancias e Ibagué aportó cerca de 96 riñas callejeras. No valió ley seca ni presencia de la Policía ante unos pocos desadaptados que insisten en protagonizar desordenes afectando a la mayoría de ciudadanos que entienden que esta alegría es pasajera y que la vida después de un partido, debe continuar.
Lo curioso es que la ciudadanía reclama más presencia de la fuerza pública pero no acata las mínimas normas de convivencia y tolerancia. Todos los días, las redes sociales se ven inundadas de agravios contra la Policía Nacional y el Alcalde tildándolos de abusivos por implementar retenes de control en las vías para detectar a los que irresponsablemente conducen bajo los efectos del alcohol.
Todavía quedan varios encuentros futbolísticos, y esperamos que las autoridades locales con rigor implacable, tomen las medidas necesarias para preservar el orden y sobre todo la vida de los ciudadanos, garantizando una celebración en paz y con mesura, porque queda claro que pocos Ibaguereños no se van a comportar adecuadamente por iniciativa propia y es mejor prevenir que lamentar.
Muchos recordarán este mundial porque la Selección Colombia tiene buen juego y llegará lejos, pero otros tristemente se acordaran porque perdieron un ser querido en un absurdo episodio de intolerancia y excesos.
Abogada.