Somos una sociedad tan influenciada por las nuevas tecnologías que hemos olvidado comunicarnos, dialogar, “sentir” y fijar la mirada hacia el horizonte. Como sociedad líquida en desarrollo, se dificulta pensar en positivo, puesto que la esperanza de vida está sembrada en las nuevas sociedades.
Según el Mapa Mundial de la Familia 2016, Colombia figura como uno de los países con mayor índice de hogares no funcionales en Suramérica. Frente a la estructura familiar, señala que la mayoría de niños en el mundo vive en hogares con padre y madre.
Centroamérica y Suramérica aparecen como las regiones con más altos índices de nacimientos fuera del matrimonio. Concretamente, en Suramérica, más de la mitad de los niños nacen de madres solteras. Colombia reporta el índice más alto de la región, con un 84 por ciento.
El país también presenta los porcentajes más altos en la región de niños que viven con un solo padre (27 por ciento) y sin sus padres (11 por ciento), y el más bajo en cuanto a niños que viven con sus dos padres (62 por ciento). Tenemos las tasas más altas de niños que viven sin sus dos padres, solo superada por algunas naciones africanas.
No obstante, es utópico pensar que el futuro inmediato pinta bien. Cuando entre las nuevas generaciones no respetan sus cuerpos y el valor del existir disminuye, es probable que los jóvenes estén pasando por una crisis de autorespeto, y de falta de respeto por los demás; son débiles las herramientas que tienen para enfrentar la vida, las dificultades de la adolescencia y el diario vivir.
Para poder crear vínculos de respeto es necesario mirar a los ojos y establecer nudos afectivos que permitan a los seres humanos interesarnos por los demás, crear momentos de calidad en familia y de la misma manera generar cimientos de tolerancia basados en la dignidad del ser, en donde el núcleo de las nuevas generaciones sea el respeto y la alteridad.
Asimismo, esta crisis abarca tecnología, el uso inadecuado de redes sociales, falta de comunicación asertiva, carencia de afecto, escasez de autoreconociemiento y reflexión, privación de aceptar y perdonar, vacíos que repercuten en el autoestima de los niños, espejos negativos, ausencia de papá o de mamá, padres que no asumen la responsabilidad de su rol y cariños que se remplazan con lo material.
En conclusión, la sociedad del mañana cada día es más vulnerable, los niños crecen en un entorno más conflictivo en donde el desarrollo de competencias se dificulta y la intolerancia toma el protagonismo junto con la falta de respeto por sí mismo y los demás.
Parece que vivimos tan dormidos que olvidamos el sentido de palabras tan sencillas como buenos días, perdón, por favor y gracias. Esta crisis es de todos, no tiene etiquetas sociales, la única arma que tenemos los seres humanos, como aporte a las nuevas generaciones, es la tolerancia.
"Buenos días", "por favor" y "gracias" deberían formar parte de la recuperación de un colectivo de colombianos pujantes, que accionan en cadena como parte de la misión del ser humano que aporta su conocimiento a una sociedad en crecimiento. Reconquistémonos lento, pero hagámoslo con la conciencia de saber que hoy aporte algo para el mañana.