Actualmente, el mundo está en una gran encrucijada. Se ha desatado una crisis generalizada en lo político, ambiental y económico, pero también en los valores y las relaciones humanas, en la manera en que convivimos. Hemos perdido el norte en la forma de relacionarnos. Ya no actuamos bajo los mismos principios. Solo gana el egoísmo y la falta de alteridad.
Como colombianos, no podemos hablar de construir una sociedad equilibrada y con miras a la paz cuando dependemos de la acciones del Estado solamente, y no tomamos conciencia de nuestro comportamiento y actitud hacia los otros, del trato cotidiano y el valor de la vida.
Es cierto que somos un país escéptico y lacerado históricamente por la guerra, pero hoy tenemos la responsabilidad de conducir nuestros esfuerzos al logro del buen vivir, superando la agonía y el dolor. El cambio está en nosotros. Tenemos la responsabilidad de aportar a la sana convivencia humana y a la adecuada resolución de los conflictos, sin violentarnos. En nosotros está la posibilidad de convertirnos en una “sociedad sustentable” axiológicamente.
Es inadmisible esperar que los dueños del poder burocrático dejen a un lado el fortalecimiento de su imagen política y su discurso en defensa de la fuerza. La preocupación por el cultivo del ser es tarea de todos. La educación en valores y la exaltación del sentido humano de la existencia debe afincarse en el pensamiento de cada ciudadano.
Lo fundamental: la tolerancia y respeto
La sustentabilidad no sólo se asume desde lo ambiental, también se entiende a partir de la convivencia social. Incluso, la degeneración del medio ambiente a escala global es reflejo de la ausencia del respeto hacia la naturaleza y la pérdida de una conciencia planetaria. El crecimiento económico y el bienestar de las sociedades debe velar por un cambio de paradigma que fomente las buenas relaciones entre todos los seres vivos, y no sacrificar el ambiente sano, la preservación ecológica y la supervivencia de los pueblos por elevar la productividad o la riqueza de un país. De no ser así, se corre el peligro de ver germinar nuevos conflictos.
Impulsar la sustentabilidad social implica pensar en el futuro. Es necesario hablar con los niños en las escuelas y en los hogares, para promover la justicia social, el respeto a cualquier forma de vida, y el vencer la indiferencia ante los problemas sociales. El desarrollo y la sustentabilidad no deben ser incompatibles. Debemos trabajar por una ecología humana, a partir del altruísmo y la educación.
“Nunca tendrás un impacto en la sociedad, si no cambias primero tu persona”
Nelson Mandela