Un vaso de ‘aguapanela’ para los más necesitados
“¡Aguapanelaa con pan!” Grita un grupo de hombres y mujeres en plena plaza de la 14, para que sus invitados de honor se acerquen a recoger la cena. Poco a poco empiezan a salir de sus refugios los olvidados, los que un día fueron alguien y que hoy son llamados “habitantes de la calle”.
Ellos, se acercan de manera ansiosa a recibir su ‘aguadepanela’ con pan casi todos los días gracias a las diferentes organizaciones que de manera autónoma y voluntaria decidieron llevar una cena a los más necesitados.
“Los jueves salen los de la organización 'Aguapanelazo Colombia', los viernes sale el grupo coordinado por el señor Fernando Guevara, los sábados sale otro grupo, y nosotros, salimos los miércoles, para tratar de darle cena a nuestros amiguitos de la calle todos los días posibles”, cuenta María Alejandra Torres, trabajadora de la iglesia San Judas Tadeo y coordinadora del grupo “Aguapanelazo San Judas”.
-¡Gracias, los quiero mucho!- Les grita de vez en cuando alguno de los habitantes de calle como una forma de hacerles saber lo importante que puede llegar a ser un pedazo de pan en la espesa noche.
Y es que este pequeño grupo en el que iniciaron 10 personas ya es reconocido. Incluso a veces pueden escuchar desde su pequeño carro cuando la gente murmura: “Miren, ya llegaron los del Aguapanelazo”.
“La idea nació en una predicación del padre Félix en la que nos invitaba dar algo de nosotros a los más necesitados, nos exhortaba a que invitáramos a familias de bajos recursos a cenar un día en nuestras casas o que les colaboráramos con algo. Entonces se nos ocurrió la idea, junto con Carlos Palma, de llevar algo a estos habitantes una vez al mes. Comenzamos y salimos convencimos de que cada día queríamos dar más, entonces nos surgió la idea de hacer esta labor cada ocho días”, cuenta María Alejandra, quien ha liderado desde hace poco más de un mes la entrega de esta pequeña cena producto de las donaciones de diferentes familias de la ciudad.
El recorrido del “Aguapanelazo”
Todo lo que se da en el Aguapanelazo es donado, desde el carro en el que entregan la cena hasta el termo donde guardan el ‘aguadepanela’, lo que acarrea una enorme logística que inicia los miércoles desde bien temprano en la mañana. Y como el pan no puede recogerse en la eucaristía del domingo, porque tiende a dañarse, María Alejandra va hasta la casa de cada persona que ofrece dar una donación, recogiendo la comida.
Al tener todos los ingredientes el grupo base del “Aguapanelazo San Judas”, se reúne en horas de la tarde a preparar el agua de panela en la cocina de la iglesia y organizar los panes donados.
“La gente que va a donar nos comunica a nuestro grupo de Facebook y WhatsApp y nosotros tan rápido como podamos vamos y recogemos las donaciones”, comenta Maria Alejandra.
A las 7:30 de la noche ya está todo organizado: el agua de panela empacada, los panes organizados por tamaños, junto con los vasos y las servilletas, listos para ser entregados.
A las 8:00 de la noche llega el pequeño carro a la Catedral de Ibagué a recoger a los que desean acompañarlos en el recorrido.
“Salimos por toda la tercera y vamos parando en cada esquina entregando los panes y el ‘aguapanela’. Llegamos a la 14, a la plazoleta Santa Librada que es el punto de retroalimentación y ahí vamos de dos en dos, de tres en tres entregando la comida. Por el zaguán del Banco Popular, nos reciben ansiosos con un abrazo y de ahí pasamos finalmente por el parque Galarza”, detalla Palma.
Al final el grupo de voluntarios reparte un total de 200 'aguapanelas' y 400 panes a familias de bajos recursos, ancianos, jóvenes y habitantes de calle.
Una labor que les ha cambiado su forma de pensar en el otro y que les ha hecho valorar más lo esencial de la vida. “Los que han venido y nos han acompañado una vez quieren volver cada ocho días, entonces hemos abierto las puertas para que todos los que quieran vincularse, lo hagan, así no tengan una donación, su presencia es valiosa porque ellos lo que más necesitan es amor, un apoyo, una compañía”, expresa él.
La persona que hay detrás del habitante de calle
Algunos dirán que adentrarse en lugares como la Vuelta del Chivo o la Plaza de la 14 luego de las 8 de la noche es cosa de valientes, pero María Alejandra no le pone trascendencia al asunto y ella, junto a sus diez compañeros que hacen parte del grupo base, han podido conocer de primera mano las historias que guardan estas personas que llamamos “Habitantes de calle”.
“Hemos conocido historias como la de Alvarito que fue profesor del Colegio Cisneros pero que desafortunadamente cayó en las drogas, conocemos también a un arquitecto, padres de familia y muchos jóvenes, que llegan a las calles por problemas familiares. La base de la sociedad definitivamente es la familia y si hay descomposición ahí, hay descomposición en toda la sociedad”, agrega María Alejandra.
La historia más reciente es la del señor Rodrigo, un hombre que tiene cinco perros y que los recibió con una enorme sonrisa el pasado miércoles.
–Llevo 8 días esperándolos, sin consumir nada, hasta estuve en el hospital, pero igual les tengo una sorpresa–, dijo don Rodrigo una noche del miércoles mientras sacaba de su bolsillo una cédula.
–Ya tengo cédula. ¡Yo ya quiero salir de esto!—, les dijo.
“Ellos quieren salir y lo que necesitan es un apoyo, un acompañamiento, alguien que los ayude, porque no es solo ir a llevarles un pan y una ‘aguapanela’, es ver cómo podemos ayudar para que ellos salgan de eso, es ver cómo podemos integrarlos de nuevo a la sociedad”, agrega María Alejandra esperanzada de ayudar más a esta población.