"Ser mamá sustituta implica tanta entrega y amor como el de una madre biológica"
Una emoción extraña invadió a Luz Helida Ávila cuando vio a César Julio por primera vez, solo tenía cinco años. Aunque no la conocía, se arrojó a sus brazos y se soltó a llorar. Fue amor a primera vista.
“Él venía de San Bernardo (corregimiento de Ibagué). Se lo quitaron a quien se supone era su papá, un señor de bastante edad, quien además estaba muy enfermo. El ICBF decidió que no era viable para tener a César Julio, así que lo trasladaron para la ciudad y empezaron el proceso de adopción”, narró Luz Helida Ávila.
Mientras ese momento llegaba, el ICBF le buscó un hogar de acogida y doña Luz Helida, quien solo unos pocos días atrás había hecho la solicitud para ser parte de este programa, fue la elegida. “Cuando lo traje a la casa, parecía que siempre hubiera estado aquí. Se adaptó muy fácil y nosotros también. Era un niño muy tranquilo”, recordó doña Helida.
Aunque se sentía como mamá primeriza, ella ya tenía a su hija Carolina, una adolecente de 15 años pronta a ingresar a la universidad. De hecho, esa la razón por la que decidió convertirse en una mamá sustituta.
“Siempre quise ser mamá, pensaba en tener al menos tres hijos, pero tenía problemas de ovulación. Tuve varios abortos y para poder tener mi hija tuve que hacerme un tratamiento. Aunque lo intenté, no volví a quedar embarazada, así que cuando Carolina iba a iniciar la universidad, sentí que ya me quedaba sola y con mucho tiempo. Por eso decidí volverme mamá sustituta”, explicó.
Así que en esta casa, ubicada en el barrio El Topacio, pasaron de ser tres integrantes a cuatro. Al inicio creían que sería temporal, de hecho Luz Helida trataba de concientizar a César Julio de que en cualquier momento podían llevárselo y entregarlo a su nueva familia.
Sin embargo, con el paso de los meses, la conexión se hacía más grande. “Un día se me acercó y me preguntó que si podía llamarme mamá. Yo le respondí que si quería y si sentía cómodo que lo hiciera, pero que no sintiera presión, podía seguirme llamando por mi nombre y dijo que no, que era su ‘má’”, rememoró.
En ese momento supo que las cosas cambiarían, que no era casualidad que ese niño tuviera ojos claros como ella y su hija, él era ese otro hijo que la vida le había negado tener.
Otros niños llegan al hogar de Luz Helida
Llegó a tener hasta tres niños en su casa, aunque casi todos duraban periodos cortos, sentía que cada uno se llevaba parte de su corazón.
“No es fácil ser mamá de acogida, porque uno mete demasiado corazón y sentimientos, y cuando llega la hora de su partida es muy doloroso. No sabes a qué tipo de hogar se van a enfrentar, si estarán bien…”.
Como sucedió con ‘Albertico’, un pequeño de cuatro años que acogió meses después de recibir a César Julio. Pasaron cuatro años junto a este pequeño y creían que también se convertiría en un miembro de la familia. No obstante, una tarde doña Helida recibió una llamada de una trabajadora social, la cual le informaba que su ‘Albertico’ sería entregado a un nuevo hogar.
“Y en menos de 15 días se me lo llevaron, él lloraba, yo lloraba, fue muy traumático, además porque lo trasladaban para donde unos tíos que tenían unos niños de su edad. Él venía de un pasado de maltrato, eso no funcionaría”.
Aún así, no perdió contacto con él, cada 1 de mayo, su cumpleaños, ella le manda una muda de ropa.
“Ya cumplió 23. Recuerdo que amaba unas botas de plástico azules, a todas partes las llevaba, hasta a las fiestas”.
Aunque el ICBF busca personas como Luz Helida, dispuestas a brindarle un hogar a niños que necesiten de protección por un tiempo, mientras son adoptados, les aconsejan a estas familias que no se encariñen tanto porque termina siendo bastante perjudicial.
“Una trabajadora social me dijo que no me volvía a dar un niño, porque me encariñaba demasiado y se vuelve algo muy difícil", contó.
Pero César Julio sí se quedó
Han pasado casi 19 años de ese amor a primera vista y cada vez se hace más fuerte. César Julio ya tiene 24 años y está a punto de graduarse como ingeniero de sistemas de la Universidad Cun.
“La mitad de mi corazón es de Carolina y la otra mitad es de César Julio. Ambos son mis hijos, no tengo preferencias, los amo por igual. Ambos han sido personas tranquilas y tiernas, pero él es el niño de la casa”, reconoció entre risas.
Doña Helida aseguró que las personas, cuando los ven en la calle y no saben la historia de César Julio, creen que por esos ojos claros, más allá del amor, la sangre también los une.
“Es una relación muy buena en todo sentido. Toda la familia lo ha acogido súper bien, él, Carolina y yo somos personas muy tranquilas”, añadió.
Doña Luz Helida tiene 57 años y en todo este recorrido de la vida, aprendió que hay muchos tipos de mamá, no solo aquellas que “cargan en la pancita a sus bebés”. Un ejemplo claro, son aquellas que amparan a estos niños que se quedan sin hogar y los acogen como propios.
“No es solo la mamá sustituta, es el hogar sustituto, porque involucra a toda la familia. Es duro porque hay que cumplir unos requisitos, pero es más difícil aún por la cuestión de sentimientos, porque muchas los acogen bebecitos y a los cuatro años se los llevan. Es que ser mamá sustituta implica tanta entrega y amor como una biológica”, explicó.
Finalmente, les pidió a las mamás sustitutas que “no hagan esto por dinero o por ayudas, si no porque les nazca del corazón. Estos niños suelen venir de hogares complejos, que necesitan amor y cariño, sino se sienten preparadas, mejor no lo hagan. Y a las que ya emprendieron este camino que sigan adelante, porque deja tantas satisfacciones, a mí, por ejemplo, me dieron un hijo maravilloso".