Las cifras de COVID-19 en Ibagué no son confiables: hay muchos positivos que no han accedido a la prueba
Si usted es de los que revisa las estadísticas diarias que emiten las autoridades sanitaras sobre el comportamiento de la pandemia del COVID-19 en Ibagué y en el Tolima, no se confie: el panorama es más delicado de lo que muestran los números oficiales.
En Ibagué, que es donde está el foco de la enfermedad, hay supuestamente unos 1.200 casos activos de coronavirus, según la Secretaría de Salud Municipal, pero esa cifra no es del todo cierta.
En las calles hay decenas de personas asintomáticas portadoras del virus y otros contactos estrechos de casos positivos que no han podido acceder a las pruebas.
Las secretarías de Salud -local y departamental- ya no están haciendo los cercos epidemiológicos para frenar las cadenas de contagio y algunas EPS están poniendo barreras para acceder al examen. O cuando las hacen, los resultados llegan tarde, incluso, cuando la persona ya ha fallecido.
EL OLFATO conoció varios testimonios de familiares de personas que murieron este mes por COVID-19 y de otros pacientes que están en Unidades de Cuidados Intensivos, quienes aseguran que nadie ha ido a verificar el estado de salud de los contactos estrechos. Ni las autoridades sanitarias ni las EPS.
“Mi abuela está en cuidados intensivos en el Hospital Federico Lleras, yo pedí la prueba, en Sanitas, pero se demoraba mucho; así que me la hice particular y dio positiva. Una hermana de mi abuela, que tuvo contacto con ella, no se pudo hacer la prueba, pero se complicó el viernes por la noche y entró a la UCI de la Clínica Tolima”, dijo Pilar, una de las personas consultadas por esta redacción. (Ver: Por falta de atención oportuna, paciente de COVID-19 en Ibagué se agravó en una semana)
La secretaria de Salud de Ibagué, Johana Aranda, dijo que los usuarios de las EPS han sido reiterativos en esa reclamación: hay dificultades para acceder a las pruebas y los resultados no están saliendo rápido.
“La dificultad inicia desde el mismo instante en que se solicita la prueba. En Coomeva han pasado exactamente nueve días y nadie ha llamado para tomar la prueba. Primero se recupera la persona y nunca se enteró si lo tuvo o no”, dijo una funcionaria de la Alcaldía de Ibagué, quien pidió no revelar su identidad.
En Medimas, uno de sus afiliados tuvo que acudir a un derecho de petición para que le practicaran la prueba a su hija, menor de edad.
“Hay demoras en el agendamiento de la toma de la muestra. Me pasó que teníamos sospecha de COVID en mi hija y tuve que poner derecho de petición para que le practicaran la prueba. Se demoraron un mes”, reveló otro afectado.
Algo similar ocurre con Salud Total: “Llamé a Salud Total a la línea COVID y quedaron de devolver la llamada, eso fue hace 17 días y aún no llaman”, aseguró una funcionaria oficial, afiliada a esta EPS.
A todo esto, se suma otro gran problema: la falta de cuidado de las personas. Muchos ciudadanos usan el tapabocas de corbatín, no se lavan las manos permanentemente, no se duchan al regresar a casa e insisten en negar la existencia del virus.
Y para rematar, el desorden social se mantiene día a día. Los asados, las visitas familiares, los encuentros con amigos y las rumbas son otro foco de propagación incontrolable, debido a que nadie sabe qué cuidados tiene la persona que tiene al frente.
Esta es la difícil radiografía del COVID-19 en Ibagué. El peligroso coctel está compuesto por la pasividad de las autoridades, falta de vigilancia de los entes de control, la negligencia de la mayoría de EPS y la indisciplina de la población.
El alcalde Andrés Hurtado ha insistido en que no volverán las restricciones, pero otros mandatarios en el país las están considerando, porque el virus sigue sin control. Solo basta con leer la prensa europea para comprobarlo.