El cambio climático posibilitó la expansión de la fiebre amarilla en zonas del Tolima que no tenían la enfermedad
25 de mayo de 2025

El cambio climático posibilitó la expansión de la fiebre amarilla en zonas del Tolima que no tenían la enfermedad

La epidemia llegó a zonas del Tolima donde nunca se había reportado, y ya deja decenas de monos muertos. El vector traspasó la cordillera central.

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Escrito por: Natalia Reyes
Periodista
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Una amenaza silenciosa y letal se abre paso por los bosques, fincas y zonas rurales del Tolima: la fiebre amarilla. El virus, que históricamente circulaba en regiones selváticas del oriente colombiano, ha logrado cruzar la cordillera central y ahora se expande por municipios que jamás habían registrado un solo caso. El enemigo invisible no es solo el virus, sino también su aliado más inesperado: el cambio climático.

A diferencia de brotes anteriores, esta vez la fiebre amarilla no solo afecta a humanos: está diezmando poblaciones enteras de primates silvestres, víctimas colaterales de una cadena ecológica alterada por el aumento de la temperatura y la movilidad de su vector, el mosquito. La situación es crítica. En localidades como Ataco, Chaparral, Planadas, Rioblanco y Ortega, los reportes de micos muertos son alarmantes. Nunca se habían registrado episodios de mortandad animal de esta magnitud por esta enfermedad.

“Estamos preparados para muchas cosas en epidemiología, pero fiebre amarilla no lo consideramos dentro de las opciones que tuviéramos nosotros como departamento”, admitió a EL OLFATO el epidemiólogo Fair Alarcón, coordinador del sistema epidemiológico del Tolima.

Cambio climático y vector: la combinación perfecta para el desastre

Según Alarcón, una de las hipótesis más sólidas es que el aumento de la temperatura ha permitido que el mosquito vector —históricamente restringido a zonas bajas y selváticas— logre adaptarse a altitudes mayores y cruzar la cordillera oriental. Una vez del otro lado, encuentra condiciones propicias para reproducirse y comenzar a diseminar el virus.

“El vector no vuela grandes distancias por sí solo, pero el viento lo transporta. Puede cruzar ríos, valles, y sembrarse en nuevos territorios. Eso explicaría cómo llegó a zonas tan alejadas y distintas como el sur y el norte del departamento”, señaló el funcionario.

Esta dinámica, hasta ahora poco estudiada, plantea serios interrogantes sobre cómo los cambios en el clima están redibujando los mapas epidemiológicos del país.

Primates: víctimas olvidadas de la fiebre amarilla

Otro aspecto que agrava la situación es la mortandad masiva de primates no humanos, animales que también contraen la enfermedad pero no la transmiten. En el oriente del Tolima, los más afectados son pequeños monos nocturnos grises. En el sur, se trata de los aulladores, más visibles y diurnos, que incluso llegan a zonas habitadas en busca de alimento.

“Jamás se había visto una mortandad de estos animales”, enfatizó Alarcón. “Y es importante aclarar que los micos no son transmisores del virus. Son víctimas, como lo somos nosotros”.

El hallazgo de cadáveres de primates en distintas zonas sin conexión geográfica directa ha permitido descartar una migración animal como fuente del contagio. Cortolima ha concluido que la propagación del virus obedece a la diseminación del mosquito, impulsada por las corrientes de viento.

Una amenaza para todos

Los casos humanos siguen apareciendo. La vacunación masiva avanza, pero el ritmo del virus supera las proyecciones. En este escenario, las autoridades de salud pública hacen un llamado urgente a la comunidad para que acuda a los puntos de inmunización y reporte cualquier avistamiento de animales enfermos o muertos.

“Si se encuentra un mico vivo en mal estado, Cortolima lo traslada a un centro de custodia. Si ha muerto, se toman muestras para confirmar si fue por fiebre amarilla”, explicó el epidemiólogo.

Mientras tanto, el Tolima se convierte en un caso de estudio para todo el país. La aparición del virus en zonas montañosas, antes consideradas seguras, demuestra que el cambio climático no es una amenaza abstracta: está aquí, alterando ecosistemas, facilitando epidemias y desafiando todas las previsiones.

“El fenómeno ha generado un tema de análisis, no solo para el Tolima, sino para la nación y el mundo”, concluyó Alarcón.

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