“Me gustaría mucho una Gobernación del Tolima”: Martha Alfonso
Es una oficina de dos metros de ancho por cinco de fondo. Hay un viejo escritorio metálico con documentos, una impresora y un matachín (una figura mitológica del sur del Tolima). Al respaldo, en la pared, una pañoleta lila, símbolo de la lucha feminista.
También tiene una pequeña mesa de madera alargada, adaptada como mesa de juntas, con seis sillas plásticas. Hay un vistoso mantel de colores, similar a las colchas de retazos que cocían las abuelas, y sobre él hay una canasta con dulces.
El agua la sirven en vasos plásticos, alusivos a la dueña de este espacio: la representante a la Cámara Martha Alfonso.
Ella ha sido la congresista tolimense más destacada en lo que va corrido de este periodo legislativo y, se compartan o no sus posturas ideológicas, logró un rápido protagonismo por su rigor académico, su disciplina y sus posturas libres de ambigüedades.
Sin ser una petrista pura sangre, sin lagartería ni amiguismos, se echó sobre sus hombros las más importantes reformas del gobierno de Gustavo Petro en el Congreso de la República. Ha debatido con firmeza con pesos pesados de la política nacional y también ha criticado las equivocaciones del ejecutivo y de sus ministros.
Martha Alfonso admite que llegó a la política sin pensarlo y sin proponérselo. El exdiputado y dirigente ambiental Renzo García llegó un día a su casa y le pidió que se lanzara a la Cámara de Representantes. Ella de entrada dijo que no.
Su vida siempre estuvo en la academia, en la preparación de las clases para sus alumnos y en el desarrollo de proyectos sociales para entidades públicas y privadas.
Renzo le insistió, le dijo que lo pensara y se encargó de ‘ponerla a sonar’. Pues su nombre gustó y con una campaña austera alcanzó una curul que pelearon a muerte las familias tradicionales del Tolima: los Jaramillo y los Martínez Rosales. Estos dos clanes se habían juntado para apoyar a Sandra Liliana Salazar Martínez, hija de Rosmery y sobrina de Emilio.
La ‘profe Martha’, como la conocen en la Universidad del Tolima, invirtió en su campaña apenas $45.000.000 y buena parte de este dinero estuvo representado en donaciones de profesionales que aportaron sus conocimientos, como el contador, por ejemplo.
Por eso, subraya, llegó a la política a debatir y a construir, y no a cambiar su manera de vivir.
“Tengo conciencia de clase. Algunos políticos aborrecen su pasado. Vienen de clases muy humildes y llegan a la política y viven al nivel de grandes empresarios, de ricos del país, y pueden hacer lo que esté a su alcance o más allá para no volver al lugar del que salieron. Yo no tengo ese problema, yo tengo absoluta conciencia de dónde vengo, de quién es mi familia, no me avergüenza”, dice.
Y tampoco olvida el esfuerzo personal y familiar que debieron tener para que ella pudiera venir a Ibagué a prepararse.
“Yo soy hija de una modista y de un pintor de brocha gorda del Líbano, Tolima. Tuve también un padrastro campesino, con un liderazgo muy importante en luchas agrarias, en el norte del Tolima, y de pronto de ahí deviene mi formación política. Desde muy niña aprendí sobre todo el valor del trabajo, vengo de una familia muy humilde, sin negocios, sin tierras, sin empresas, que ha tenido que vivir de lo que trabaja”, afirma.
Su primer empleo fue en una frutería familiar en el Líbano. Después, cuando llegó a Ibagué, trabajó en almacenes como vendedora, vendió productos de revista y fue mesera en la cafetería del parque Ducuara de la Universidad del Tolima.
“También trabajaba ayudando a hacer trabajos a otros compañeros. Por mi rendimiento académico me fui involucrando en grupos de investigación. Mi primer trabajo formal fue como auxiliar de investigación en la Universidad del Tolima. En mi casa toda la vida me dijeron: trabaje para que no dependa nunca de un político, trabaje para que no dependa nunca de ningún hombre. Tiene que valerse de sus propios medios”, expresa.
Alfonso es hija única, cristiana, casada, madre de dos hijos -de 19 y 5 años- y una convencida en que la educación es el único camino para transformar la sociedad.
Cuenta que su trabajo no ha sido fácil, pues llegó al Congreso de la República sin padrinos políticos y sin poder económico. “El hecho también de ser mujer, nueva en la política, de baja estatura, de origen campesino y no venir de familias tradicionales o adineradas, cuesta demasiado en política. Las puertas me las ha abierto Dios y mi trabajo”, resalta.
Sobre su futuro inmediato y las próximas elecciones legislativas, advierte que quisiera continuar su trabajo desde la Cámara de Representantes, aunque respeta el interés de Renzo García de buscar una curul en el Congreso de la República.
“Estamos en ese proceso, tratando de construir una propuesta de consenso que nos permita mantener la unidad que nos permitió este triunfo en la Cámara, revisando también con qué sectores políticos se construyen las alianzas necesarias para poder dar esta pelea. Será una decisión colectiva. Yo no estoy en política por un proyecto personal”, insiste.
De lo que sí está segura es que buscará en algún momento ser Gobernadora del Tolima y reconoce el camino que abrió Adriana matiz, primero desde la Cámara de Representantes y ahora como la primera mujer en el cargo público más importante del departamento.
“Me gustaría mucho una Gobernación del Tolima porque creo que el departamento tiene un potencial enorme en términos agrarios, turísticos, culturales e incluso comerciales”, anticipa.
Lo que no precisa es cuándo buscará ese cargo y pasar del legislativo al ejecutivo.