Los municipios y sus estudiantes también se benefician de la política de matrícula cero en el Tolima
La educación fue uno de los sectores más golpeados por la pandemia, pero mucho más afectada resultó aquella que, lejos del radar de las capitales, se encuentra en los municipios y zonas rurales.
Gran parte de esos jóvenes y sus familias se vieron en un callejón sin salida, pues no hallaban una forma de sostener los costos y la alta inversión que requieren los estudios de formación superior.
Sin embargo, el Tolima fue el primero departamento de Colombia en implementar la gratuidad educativa en sus universidades públicas y, hoy, esa estrategia del Gobierno Departamental ha beneficiado a más de 15.000 estudiantes.
Algunos de ellos son: Michelle Rincón del Líbano, Geraldine Mahecha de Alvarado, Rafael Hernández de Lérida e, incluso, Karen Rocero de Pitalito (Huila). Todos ellos cursan estudios de ingeniería agronómica en la Universidad del Tolima y se vieron beneficiados en medio de la incertidumbre.
Cada uno de ellos contó los desafíos que vivieron durante la crisis del COVID-19. Este es su relato.
“Junto con mi familia observamos que esta estrategia de la gratuidad educativa nos sirvió para destinar el dinero que se pagaba a la universidad en otros asuntos importantes. Por ejemplo, en la compra de implementos educativos como algunos libros sobre temas del agro, el mejoramiento de las condiciones de mi escritorio y la compra de un equipo que me brindara un mayor rendimiento para ver las clases”, manifestó Rafael Hernández.
Por otro lado, para Karen Rocero la pandemia ha sido uno de los sucesos que más ha impactado su vida por el declive de los ingresos en su hogar. De cierta forma, esto pudo llegar a detener y retrasar el desarrollo de sus actividades académicas.
“Durante el confinamiento, como familia, nos vimos en la obligación de dejar atrás muchas cosas, por eso, en mis planes estuvo desertar de mis estudios porque no tenía la facilidad ni la suficiente ayuda económica para pagar la matrícula del semestre. De no haber sido beneficiada con la gratuidad educativa, no estaría estudiando; por eso sentí alegría, alivio y tranquilidad al enterarme que la implementarían, porque ya no tenía que pensar en la carga que tendría mi familia de responder por mi educación”, afirmó.
Y añadió: “esta oportunidad es algo que se debió haber implementado hace mucho tiempo. Es triste saber que, si no hubiera sido por el COVID-19, no hubiéramos contado con la ayuda de estos recursos. De todas formas, no desconozco la gestión del Gobierno por querer apoyar al estudiantado. Esperemos que esta opción de la gratuidad se ponga a disposición de todos, no solo de algunos”.
A su vez, Michelle Rincón enfrentó varios obstáculos durante el semestre B de 2020. Sus condiciones socioeconómicas requerían un mayor nivel de apoyo, por lo que en sus planes también estuvo resignarse y desertar.
“Este beneficio llegó en el momento preciso. Para matricularme en ese semestre en el que llegó la gratuidad, estaba mirando por todos los rincones cómo sacar un crédito o un préstamo que me permitiera pagar la matrícula de la universidad y seguir estudiando. En verdad fue un desafío porque uno como joven residente de cualquier municipio del Tolima, muchas veces no puede dar ese paso a la educación superior y por suerte, la matrícula cero me dio esa oportunidad de seguir formándome como profesional”, señaló.
Geraldine Mahecha, por su parte, vio en la gratuidad una alternativa para que el Gobierno busque asegurarle la educación superior a las generaciones rurales del Tolima, que siempre carecen de garantías.
“Por la pandemia nos vimos afectados porque los ingresos de mi papá en su trabajo disminuyeron y, de no ser por el beneficio de la gratuidad, quizá me hubiera tocado trabajar para cubrir los gastos de la matrícula. Por eso creo que esto debería seguir siempre, el Gobierno no debe quitarlo porque para generaciones futuras y personas como yo, que son del campo, es de una gran ayuda”, expresó.
Estos testimonios, especialmente los de estudiantes provenientes de los sectores más vulnerables, dan cuenta del impacto que ha tenido el proyecto y una suma de voluntades en sus vidas.
Como ellos, muchos estudiantes más se han beneficiado en la Universidad del Tolima (con 34 programas académicos), el Instituto Tolimense de Formación Técnica Profesional –ITFIP– (con 30 programas) y el emblemático Conservatorio del Tolima (con 5 carreras de formación superior).