Jaiber Bermúdez, el músico que le pone ritmo a la Dirección de Cultura del Tolima
Por su sangre corren notas musicales, en su cuerpo se convierten en ritmo y en su voz y manos, canciones para escuchar. Nació en el barrio Ricaurte de Ibagué, el 28 de septiembre de 1990, forjó su camino entre violín, piano, guitarra y bajo. Su nombre es Jaiber Antonio Bermúdez y es el hombre que le pone ritmo a la Dirección de Cultura del Tolima.
Tiene 32 años y vivió 22 en la comuna 12 de la ciudad. Cursó primaria en un colegio privado del barrio y bachillerato en el Conservatorio de Ibagué. Dice que conoció la música por su abuelo, un campesino que vivía en el corregimiento de Coello-Cocora, el cual tocaba y cantaba junto a sus hijas.
“En mi familia siempre ha existido el gusto por la música. En ese tiempo, la música colombiana era con la que se bailaba, el reggaetón de la época. Por eso, en mi casa veía guitarras colgadas, a pesar de que no logré ver a mi abuelo tocar, yo sabía que eran de él”, relató Bermúdez.
Con la música corriendo por sus venas inició a estudiarla. Al comienzo, dice, no fue el estudiante más aplicado. Sin embargo, con el tiempo y maestros que llegaron a su formación, la disciplina y el gusto por lo desconocido lo hicieron cambiar.
Su primer instrumento fue un violín. Luego, pasó al piano y con los años fue conociendo su voz hasta ser integrante de coros de Ibagué.
“Siento que la voz y los instrumentos se complementan. Con mi violín tengo un ritual, yo me siento, busco un espacio adecuado, y con la voz en cualquier momento la puedo aplicar”, narró.
Cuando cumplió los 18 años tuvo una gran decisión por tomar. Seguir como violinista, interpretando música clásica o cambiar su instrumento y género. La decisión no fue fácil, pero luego de una introspección optó por lo comercial. Se veía tocando y cantando música de Carlos Vives y Andrés Cepeda, y sus canciones favoritas de la balada pop.
“El momento exacto cuando decidí ser guitarrista fue un día en el que trajeron al seminario de guitarra a Héctor González, uno de los mejores guitarristas de la época. Todas las personas que estaban de espectadores estaban súper complacidos por la interpretación del maestro”, explicó.
Como todo curioso, logró observar al artista por una ventana. En su mente se quedó la interpretación de una canción que no había escuchado: Una limosna por amor de Dios, de Mangore. Según Bermúdez, era como escuchar tres voces en la guitarra. La experiencia fue tan única e impresionante, que fue ahí cuando supo que quería ser guitarrista.
“Salí de ahí y empecé a buscar las partituras de la canción. Cogí una guitarra vieja de mi abuelo, le cambié las cuerdas y comencé a estudiar de manera propia preguntándoles a mis amigos qué significa esto. En menos de tres meses ya estaba tocando la obra de Mangore”, señaló.
Esos años los recuerda como una época de mucho estudio, nueve horas diarias. Incluso, sus manos se lastimaron por las intensas jornadas de ensayo y tuvo que consultar médicos para recuperarse.
Convencido de que la guitarra era su camino, se presentó al Conservatorio del Tolima y logró obtener un cupo para estudiar profesionalmente el instrumento.
“Tuve la fortuna de tener dos grandes maestros de la guitarra: Gustavo Niño y Daniel Moncayo, profesores diferentes que me aportaron muchísimo en el crecimiento musical”, explicó.
No obstante, a la par, empezó a buscar esa música comercial que era de la que quería vivir y conoció el bajo, de la mano de grandes músicos de Shakira y Carlos Vives.
Su vida siguió transcurriendo entre sus instrumentos y el trabajo. El primer empleo lo tuvo antes de graduarse, lo consiguió en la Universidad Cooperativa de Colombia dirigiendo un concurso de canto, manejando presupuesto y personas.
Posteriormente, ingresó como docente de canto y guitarra en la universidad, puesto que ocupó durante cinco años, intercalando su trabajo con los concursos a los que se podía presentar.
Logró graduarse del Conservatorio y decidió casarse. Al tiempo, se convirtió en padre por primera vez. La alegría de una nueva vida empezó a apagarse porque no conseguía trabajo en lo privado, pese a que llegó a tener cuatro puestos al tiempo.
“En alguna época de mi vida solicité una cita con un exdirector de cultura departamental y después de cuatro meses logré que me escuchara. Tenía una agrupación que se llamaba María Martín, de música comercial, que pude presentar en Alpujarra al exgobernador del Tolima Óscar Barreto”, indicó.
En la presentación dio a conocer su trabajo, logrando cautivar con su música a los asistentes y al exgobernador. Bermúdez no pensó que la ida a Alpujarra le abriera el camino en el sector público.
“Para el segundo periodo de Óscar Barreto trabajé en la parte administrativa como coordinador de música del departamento y así pude interactuar con las personas y la sociedad. Esto me gustó mucho”, expresó.
Finalizando ese gobierno, el joven músico conoció a Ricardo Orozco Valero, gobernador del Tolima, con el que estableció una comunicación sobre cultura. Para el 2020 el mandatario le ofreció ser el director de Cultura del Tolima.
“Es un mundo totalmente diferente, conocí muchas leyes y adquirí varias responsabilidades, entre estas hacerles entender a los diferentes políticos que invertir en cultura cuesta, pero que también es una inversión en lo social y lo económico. En el transcurso de este periodo de gobierno hemos generado más de 40 festivales en el año porque el Tolima es el departamento con más festivales del país”, precisó.
Bermúdez relató que ha logrado pagar esa deuda que lo público tiene con los artistas. “Soñaba con dotar de instrumentos a la ciudad y así lo hicimos. Soñaba con trajes folclóricos y lo logramos”, puntualizó.
El joven músico ha sido destacado en el departamento por su conocimiento sobre la cultura tolimense y su apuesta por recuperar las tradiciones.